Revista En Femenino

De Evas y manzanas

Publicado el 18 septiembre 2011 por Daniela @lasdiosas

Eva se comió la manzana pese a la prohibición, no cumplió la orden dada y llevó tras de si al “pobre” Adán que ingenuo comió con ella. Rompió ella el orden establecido, desobedeciendo, siendo por ello castigada con la expulsión del paraíso.

Inaugura Eva la larga saga de las mujeres “malas”, acusadas de arrastrar a los hombres indefensos a abismos y expulsiones y quizá en ocasiones a la muerte, como si ellos no tuvieran voluntad propia, poseídos por el poder hipnótico de la bruja o la serpiente que anula la voluntad masculina y por tanto es peligrosa y hay que quemarla en la hoguera, expulsarla del paraíso, echarla a los lobos, apedrearla como hacen aún en algunos lugares a mujeres a quienes se acusa de no cumplir lo esperado para ellas, que rompen el orden de género y desafían al patriarcado.

Una versión de la Eva transgresora la tenemos desde hace algunos días en el caso de Rosario Ponce, rescatada en el Valle del Colca luego de una frustrada aventura, a quien muchos acusan de haber sido la causante de la muerte de su pareja Ciro Castillo o de saber dónde está, en uno de los casos que más ha llamado la atención pública durante los últimos meses. La prensa, que desde el rescate no le dio tregua, como puede verse en los reportajes al momento del rescate,[1] ha jugado un rol central en la construcción de la imagen que sobre la chica se tiene actualmente. Ella ya ha sido juzgada como asesina por el público y así le gritan por la calle, lo publican en los muros en FACE, lo dicen los comentarios en los artículos de prensa referidos al caso, y eso sin que aún terminen las investigaciones. Algunos diarios parecen los nuevos inquisidores del siglo XXI, prestos aponer leña al fuego cuando de mujeres se trata y sobre todo si son jóvenes.Que si se ríe, que si tomó fotos, que si habló de tal manera, que si miró a la otra, que se le ve clarito la cara de loca, que es indiferente, que no amaba a Ciro, etc., etc. Nada que pruebe aún que ella es culpable del asesinato del chico o que sabe que le ocurrió. Aprovechándose de la natural desesperación de una familia, la prensa amplifica los susurros vertidos en las calles, los cuales se encarga ella misma de crear de una u otra forma.Durante días y días no se ha hablado de otra cosa en Lima, todos y todashemos hecho eco del asunto en algún momento.

Parece que al haber sobrevivido ella, mujer, se convierte en el pecado que no se perdona, porque en tales circunstancias, lo “natural” hubiera sido que el hombre, más fuerte, que encarna la figura del cazador, explorador y protector, como se ha dicho que era Ciro en un reportaje especial de Ricardo Uceda en la República.[2] Se esperaba, parece, que él hubiera sobrevivido, o que por lo menos ella haya muerto a su lado, para que la jauría mediática estuviera complacida y contenta porque la mujer viuda ha muerto con su amado, como en el ritual Sati que aún se practica en lugares remotos de la India, en el que se espera que la mujer viuda se lance a la pira con su esposo muerto como demostración de su amor.

Del llamado periodismo chicha ya no sorprende el tratamiento que se hace de los casos en que hay muerte, destrucción, pasión, sobre todo si hay mujeres implicadas, porque de eso viven, azuzando el morbo de una colectividad pacata que lee con avidez las medias verdades o mentiras totales que sobre algunos hechos nos cubren sus titulares.

Pero no deja de sorprender que un periódico serio y más aún un reconocido periodista de investigación como Ricardo Uceda, aunque con un estilo distinto, más elegante podría decirse, bien escrito, nos traiga un informe especial sobre el caso de Ciro y Rosario que refuerza la mirada que sobre las mujeres que rompen el molde han tenido las sociedades por los siglos de los siglos. Maniquea y machista, al delinear la imagen de la chica a partir de los textos seleccionados de sus entrevistas, nos cuenta que le gustaba que sus novios le cargaran la mochila, pero de tal forma que no pensamos que es algo que se espera de un hombre según las características estipuladas para su género. No, en este caso, parece ella una abusadora. Luego continúa con lo que parecería ser la explicación de lo condenable en el hecho de que le cargaran la mochila:

“El lector puede preguntarse si es relevante saber que Rosario era engreída por sus novios. Solo en la medida en que nos dice algo de su perfil: no es una típica chica forestal. Una estudiante de esta carrera, que debe tomar un hacha para talar árboles y que arranca matorrales con sus propias manos está acostumbrada al esfuerzo físico y a la rudeza del trabajo agrícola. Una chica forestal jamás pide que le carguen la mochila.”

Nos enteramos así que hay un tipo de “chica forestal”, ruda, que no responde a los estereotipos de género, sino que ha desarrollado una caracterización propia que la acerca a los estereotipos masculinos. Lo que suele ser visto socialmente como propio de las mujeres, vale decir, que muestran debilidad, que requieren del apoyo de los hombres que están siempre dispuestos a eso, en el caso de Rosario se vuelve otro elemento para ser juzgada. De hecho, es bueno que las mujeres seamos autónomas, fuertes, con capacidad física para enfrentar la dureza del trabajo de campo, como lo hacen miles y miles de mujeres campesinas, lo que molesta es cómo este hecho es utilizado en este caso para alimentar la hoguera.

El reportaje desliza también un intento de confrontar los dos tipos de mujeres, la buena y abnegada, su ex enamorada que está pendiente del caso, que habla del muchacho con amor, mientras Rosario es la indiferente, la que quiere que esto acabe. No lo ama, dice el coro por esto, no le importa, grita la platea, se le nota en la cara, en lo que ríe, en la mirada, se dice en las calles, y arde la flama.

La cereza de la torta la constituye uno de los mensajes extraídos que se han tomado del intercambio entre la pareja, de los varios cabe señalar, pero es el que el autor de la nota escoge: “– Precioso, quiero romper el catre contigo.”

Creemos que no es casual que este sea el texto elegido para abonar a la imagen que se ha construido de Rosario, agregándole el elemento que faltaba, el de libertina, por decir lo menos, que es como se llama a las mujeres que se atreven a romper el contrato sexual que estipula el patriarcado moderno. Ella es la deseante, expresa con firmeza su deseo, con fuerza, yo quiero, quiero, no espero, soy dueña de mi cuerpo, de mis acciones, de mis deseos, es lo que nos dice, otra leña para la hoguera. Dice el periodista que ese dato es relevante porque “da una mejor idea que cualquier explicación acerca del momento que vivía la pareja.”[3] Pero ¿por qué precisamente es relevante este intercambio y no otro?

Es claro que cuando se trata de las mujeres, si no se nos presenta como víctimas a las que hay que cuidar y proteger, se nos presenta como brujas, malas, putas o locas, incluso por periodistas serios. Es que el orden de género está tan enraizado en nuestras mentalidades que es muy difícil sustraerse a lo que es parte de la construcción de lo femenino y lo masculino, colocando imágenes que perpetúan un orden jerárquico, injusto que sólo abona al sufrimiento, a la violencia, a mantener las subordinaciones y a la quema de las mujeres que se comen la manzana, en las nuevas y modernas hogueras, imágenes que fomentan el tan antiguo pero tan vivo patriarcado.

Rosa Montalvo Reinoso[email protected]La Ciudad de las Diosas

[1] Joven rescatada en el Colca cuenta los peligros que vivió estando perdida, Canal N, 14 de abril del 2010 http://www.youtube.com/watch?v=gZWrZcWh0vA&feature=related

[2] Ricardo Uceda, “Especial. El caso Ciro Castillo. La chica cuyos novios le cargaban la mochila”, La República, 13 de septiembre del 2011.

[3] Ricardo Uceda responde a cuestionamiento de lector sobre su crónica del caso 'Ciro Castillo', La República, 15 de septiembre del 2011, http://www.larepublica.pe/archive/all/larepublica/20110915/2/node/385200/todos/15.


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