¡De excursión al río a cazar renacuajos!

A cazar renacuajos

Como reciba otra Newsletter con ofertas sobre playas paradisíacas grito ¿y los ríos qué?, ¿quién se acuerda de ellos? Basta de infravalorar el agua dulce.

No puedo ignorar ni un día más mi pasado de cazadora de renacuajos. Hoy me he propuesto que tengáis unas ganas tremendas de comprar sandalias de río, en vez de chanclas de playa, al finalizar este post, ojalá que sí.
Para ser más efectiva os pido dos cosas:

Buscad unos auriculares y escuchad Semblanzas de un río, de David Peña Dorantes.

Y si podéis poneos unas sandalias de río, porque aunque sólo sea mentalmente hoy nos vamos de excursión a la poza del río Lavertezzo en el valle de Verzasca.
Este río cristalino, sus cascadas, sus remolinos y sus piscinas enganchan. Cuando llega el momento de regresar a casa entran ganas de llorar y patalear como un niño pequeño, y eso no pasa con la playa, ¿o no os cansa tener arena hasta en las orejas y masticar el salitre del mar?
A mi dadme un río y una taza para cazar renacuajos. No necesito más para ser feliz. Los ríos son otra cosa. Tienen algo más, te dan una de cal y otra de arena. Te sumergen en una siesta dulce y te dejan aterido.
El lavertezzo es un buen ejemplo. Es un río sensual y embaucador. Te engatusa con su agua pura, y cuando picas el anzuelo y te sumerges en él, sientes como si se te clavaran los dientecitos gélidos de un grupo de pirañas. Cuando crees superar el frío, la corriente te arrastra hacia sus rocas, unas piedras estupendas para extender la toalla o hacer vivaq por la noche, muy peligrosas dentro del agua.
Ya lo advierte un cartel -“so nice, so dangerous”- junto al puente romano desde donde se tiran los más valientes. Otro de los highlights de Verzasca es su presa de 220 metros de altitud, unos kilómetros antes de la zona de baño que recomiendo. Desde ella se tiró James Bond en Golden Eye y por 170 € podéis hacerlo también vosotros. La caida dura
¿Os apetece ir al río?