De éxitos y fracasos
A raíz de la polémica entre educadores y músicos por el argumento de la película Whiplash, en la que un profesor a fuerza de vapuleo emocional pretende sacar el mayor talento posible de sus alumnos (incluso por encima de sus expectativas según él mismo dice en el film), llevo días dándole vueltas a un sistema educativo que, aunque me queda ya lejano (¡vaya por Dios!), afecta y mucho a la sociedad que me rodea, a lo que somos y a lo que serán las nuevas generaciones. Veo a muchos niños a mi alrededor que no tienen tiempo para jugar y no sólo porque tengan que hacer deberes, sino porque sus padres (hartos de horas de trabajo) los inscriben en tardes completas de actividades que sólo permiten llegar a casa, darse la ducha pertinente, cenar y acostarse. Y observo que no sólo se trata de cubrir esas horas que el niño no debe pasar solo en casa, sino de convertir a los pequeños en los mejores preparados, en adolescentes que ya saben inglés, informática y música y que practican varios deportes. Una quimera, salvo que Matrix sea real y podamos introducir en nuestro cerebro cedés con miles de cursos que se instalen al momento en nuestras neuronas.
Esa competitividad, esa clara separación entre éxito y fracaso que nuestra sociedad está fomentando, parece, sin embargo, no tener una base biológica. Al menos así lo explica Adela Cortina, en un artículo sobre la cultura del éxito, publicado por Guillermo Orts-Gil en El Huffington Post. Esta catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, afirma que “la biología evolutiva y las neurociencias nos dicen que los seres humanos estamos biológicamente preparados para cuidar y para cooperar. Los maximizadores, los que se mueven por afán de lucro, son los chimpancés”. Pues lo dirán los expertos, pero basta mirar a nuestro alrededor para descubrirnos como puros chimpancés.
A mí, que no soy socióloga, ni psicóloga, ni politóloga ni nada que se le asemeje, me parece que esta sociedad tan competitiva nos la hemos inventado nosotros en los últimos tiempos. Y además en esta parte del mundo, porque basta mirar a un ser humano que pase frío, hambre o una enfermedad para que cualquier trofeo se caiga de la estantería con estrépito. Quizás algún día el éxito sea no ocupar el primer lugar en ninguna lista, sino saber tender la mano a quien lo necesita y aportar lo que cada cual tiene para mejorar la vida de todos.
Meme (de memegenerator.net) sobre el rápido método de aprendizaje ideado en la película Matrix, basta enviar la información a nuestro cerebro vía cedé y en unos pocos segundos tenemos el curso integrado.