Revista Espiritualidad

De extra a extra

Por Juanantoniogonzalez

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Un nuevo rodaje. Sus protagonistas se alojan en hoteles de cinco estrellas, con un todo incluido de pulseras de colores invisibles. Duermen en camas reinas con sábanas de seda; desayunan croissant y tostadas que no son de bufet; sus cenas no son de gala, pero se sientan a la mesa con vestidos de noche y algún traje sin corbata. Una nueva película. Otra para estrenar. Un largometraje que ya no tiene ese nombre, porque las movies y los filmes ya no tienen ese color de antaño de una película de Clark Gable, James Stewart o Gary Grant, ni de una Mae West, una Kim Novak, o de una Rita Hayworth que supo romper corazones desnudando su brazo.

Una nueva película. Sus actores y actrices seguirán brillando, de starring o co-starring; de personajes protagonistas, secundarios y de reparto. Sus nombres seguirán iluminando esos títulos de crédito que nunca se terminan de ver. Sus nombres serán objeto de miradas en ese paseo de la fama de una gran avenida donde todos olvidan que en el subsuelo recorre las cloacas de una ciudad. Y mientras que en el firmamento las estrellas siguen brillando con el paso de alguna estrella fugaz, el casting para seleccionar a los extras ya ha cerrado su selección. Extras que no tienen nombre, que no tienen rostro, pero que buscan su segundo de gloria en un fotograma o en un instante en el mundo del celuloide. Extras que comen bocadillos de chopped pork, mortadela y algún que otro día, un sándwich de tortilla española con cebolla y una jarra de cerveza, pero sin alcohol.

Una noche de estreno. Puestas de largo con vestidos de diseñadores de nombres impronunciables. Etiquetas, corbatas y pajaritas. Versión original, con doblajes y subtítulos, que recorren la pantalla al paso de un batallón de legionarios. ¿Y los extras? los extras como tú y yo, nos apoyamos en las vallas para aplaudir, para saludar a quien no te devuelve el saludo, y para gritar los nombres de las estrellas como si fueran a descender de ese cielo oscuro que no tiene luna que brille en la noche. Los extras como tú y yo nos miraremos a la cara, guardaremos silencio y callaremos aquellas escenas que un día vimos rodar con una cámara que ya no suena como las de antes.

Esta película es una metáfora hiperbólica, con un significado sin sentido, algo psicodélica, y con una parábola sin antena parabólica. Este filme solo tiene dos protagonistas, dos extras que nadie conoce, que nadie ha visto, que nadie conoce sus nombres, que están en esa nómina de desconocidos que dentro de unos años volverá a participar de nuevo en otro casting. Dos extras contratados por una productora que los volverá a maquillar y disfrazar para otro rodaje. Dos extras que no saldrán en los títulos de crédito, pero que comerán en un catering donde además de bocadillos, habrá pizzas congeladas recién horneadas según indicaciones de un nutricionista. Dos extras que se colocarán detrás de las vallas para aplaudir a las nuevas estrellas que otra película convierta en actores protagonistas.


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