Durante la entrega de dos importantes premios literarios el pasado día de Reyes en Barcelona, el Nadal en castellano y el Josep Pla en catalán, reapareció la mala memoria del independentismo catalán.
De tal manera que Manuel Valls, barcelonés, candidato a la alcandía de la ciudad por Ciudadanos y exprimer ministro socialista francés, dijo sentir “tristeza, rabia y vergüenza”.
Aparte de lacitos amarillos y otras muestras de empequeñecimiento localista, el ganador del premio con el nombre de Pla proclamaba al recibirlo su disgusto por vivir en un país “con presos políticos” y con el “gobierno legítimo de la Generalitat está exiliado”.
Ambos galardones, que hicieron famosos a muchos escritores, el primero desde 1945 y el dedicado a Pla desde 1968, los concede la editorial Destino, fundada por falangistas catalanes en 1942, entre ellos Eugenio Nadal Gaya (1917-1944), cuyo fallecimiento a los 28 años quisieron recordar sus compañeros dándole su apellido al más prestigioso.
Y Josep Pla (1897-1981), probablemente el mejor escritor y periodista catalán del siglo XX, fue uno de los creadores de Destino, editorial y revista en los que colaboraron los grandes falangistas de entonces, fue espía al servicio de Franco y, siempre cáustico, definía a los nacionalistas como cobardes.
Tanto Nadal como Pla escribían indistintamente en catalán y castellano en pleno franquismo: como hacía en gallego, por ejemplo, el genial Álvaro Cunqueiro, que había sido falangista.
Como tantos otros magníficos escritores a los que el régimen les prohibía únicamente que se expresaran como antifranquistas, no el idioma. Y también se prohibía ser antifranquista en castellano.
Pero, volviendo a Destino, desde 1988 es propiedad de la Editorial Planeta, fundada en 1949 por un franquista y exlegionario vendedor de libros a domicilio, José Manuel Lara (1914-2003), cuyo imperio es propietario hoy de dos cadenas de televisión que si llega a vivir él a saber que haría con estas propagandistas de Podemos y en ocasiones del independentismo: Antena 3 y La Sexta.
La verdadera memoria histórica es recodar la transición política, ideológica y económica de las editoriales y medios informativos catalanes desde Falange y Franco al separatismo y al podemismo bolivariano.
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SALAS