Revista Diario

De fiesta

Por Eugenioolivares
Hoy hemos estado de celebración en la casa de campo que unos amigos tienen a las afueras de Jaén. ¿Qué se celebraba? La vida.El protagonista es un bebé de menos de seis meses --le llamaré, por ejemplo, Mariano-- que ha pasado sus primeras semanas de vida en la incubadora. Las cosas se complicaron y hubo que provocar el parto antes de lo previsto. El niño tenía una fuerte septicemia y los médicos no eran precisamente optimistas. Cuando me enteré del alumbramiento, llamé por teléfono al padre. Con serenidad, me contó que su niño estaba muy grave y me pidió que rezara por él. Noté que mientras hablaba conmigo, estaba andando: preparaba el bautizo de su hijo con el Capellán del Maternal.Mariano tiene una hermana mayor, Raquel (es un decir), que tiene ya cinco añitos. Antes de nacer él, su mamá había estado embarazada varias veces, pero los hermanitos no venían. Ahora Mariano luchaba por quedarse en su familia. ¿Por qué, me preguntaba, no podían salir las cosas bien? Un proverbio dice que un necio hace cien preguntas, y el sabio responde sólo a diez. Yo soy el necio y Dios decide no responderme a ésta --por ahora--.Hoy hemos estado de celebración, porque Mariano está con su familia. Sus padres querían celebrar el Bautismo con sus amigos, ésos que han rezado por su hijo. Eran matrimonios jóvenes, guapísimas ellas y embobados ellos. Habían venido con sus hijos, que también habían pedido a Dios que Mariano se quedara en su casa. Potitos, pañales, carreras, llantos, "¿dónde está el biberón del agua?",... El padre de Mariano ha dicho un par de tacos, cuando nadie (eso pensaba él) le oía.

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