En España se asiste al desmantelamiento de la socialdemocracia como motor del bienestar material, que mantiene también la derecha, y acelera su nueva revolución: el incendio de las emociones.
Para ello crea resentimientos y caldea a quienes habían olvidado la dictadura, muerta con Franco hace 43 años, imponiéndole al país debates que hubieran sido discretamente resolubles sobre su cadáver o ahora al resucitar otra discusión sobre la propiedad y uso de la Mezquita-Catedral de Córdoba para facilitársela, en principio parcialmente, al islam.
“Hay que crear tensión”, le dijo secretamente Rodríguez Zapatero a Iñaki Gabilondo durante una campaña electoral; pero los grabaron y divulgaron el diálogo para bochorno de ambos.
El caso de la Mezquita-Catedral es diferente al de Franco, pero igualmente pasional y generador de tensión al ser el principal símbolo la Reconquista.
Representa el triunfo cristiano sobre los musulmanes que habían derruido en 786 la basílica hispanorromana de San Vicente Mártir para construir con sus materiales esa mezquita, la segunda más grande del mundo.
El lugar volvió al cristianismo 450 años después, recuperado por Fernando III, Santo por esta gesta, y aunque respetando parte de su estructura islámica sirvió para erigir la catedral gótica que se completó después con aportaciones gótico-platerescas.
Desde Fernando III está consagrado al culto cristiano; era impensable que alguien dudara de su destino, que en todo caso sería de todas las creencias cristianas, pero casi ocho siglos después comenzó una campaña izquierdista y musulmana para reislamizarla, en principio no totalmente.
“Crear tensión” exhumando el islam como a Franco. Para tapar con niqab lo racional: suben precios e impuestos, cae la inversión, el empleo se ralentiza, la deuda crece y se mantiene un diálogo servil con los separatistas.
Sánchez todo lo tapa creando tensión con debates emocionales y propaganda.
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SALAS