Fue Thomas Jefferson el que dijo aquello de que prefería periódicos sin gobierno, a gobierno sin periódicos. No debía tener la cabeza mal amueblada aquel tercer presidente de los Estados Unidos del que una vez dijo John F. Kennedy, tras recibir en la Casa Blanca a varios premios Nobel, que nunca en esa estancia hubo tanta inteligencia reunida desde que Jefferson desayunaba allí en solitario.
Por lo que se va viendo, a Pedro J. Ramírez lo ha destituido del puesto de mando de El Mundo un cúmulo de circunstancias: las políticas y las empresariales. Y por supuesto que no todos los políticos piensan como lo hacía Jefferson.
En Suecia, sus ciudadanos tienen garantizada la libertad de prensa desde 1766, a través de lo que se denomina ‘tryckfrihet‘. En los Estados Unidos, por la primera enmienda de su Constitución. Y en España, su Carta Magna la ampara en el artículo 20. Claro, que en el 35 también se lee que “todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo”. Y ya vemos cuál es el grado de cumplimiento hoy, en nuestro país, de tan pomposo texto.