Venga, rápido. Piensa en una receta de verano. ¿Pensaste en el gazpacho? Casi seguro que sí. ¿Y lo compras o lo haces en casa? Pereza, que no te salga bien, que se manchan muchos cacharros… son las excusas que más he oído a la gente que lo compra en vez de hacerlo en casa.
El gazpacho es una bebida refrescante, aunque también se puede tomar como sopa con picatostes y pepino, cebolla, pimiento… troceados. No se tarda mucho en hacer y yo sólo mancho un cuenco y el brazo de la batidora. Nada más. Vamos, para mí no hay excusas que valgan.
El gazpacho se hace con tomates maduros. Es lo que le da ese color tan característico. Pero yo no lo hago así, yo uso los tomates en conserva de mi abuela. Desde bien pequeña, tengo el recuerdo de mi abuela en el patio de su casa en el pueblo, con barreños y barreños de tomates. Ella sentada en una silla en medio de todo ese caos, pelándolos con un cuchillo. Con esos tomates pelados, ella hacía botes y botes de tomates en conserva que usaba el resto del año para sus comidas.
Desde que murió mi abuelo, mi abuela ya no hace tantos botes de tomates en conserva. Pero sigue haciéndolos. Y, desde que me casé, siempre me da unos cuantos botes. Nosotros los usamos para la pasta, las empanadas (nota mental: publicar mi receta de masa y relleno de empanada casera, ¡ñam!) y, ahora en verano, también para el gazpacho. Sale súper rico. ¡Tomates de pueblo! Pero cuando no tengo los tomates en conserva de mi abuela, uso latas de tomates triturados o enteros naturales. Y ése es mi truco del almendruco para hacer un gazpacho rápido. Me evito tener que pelar y trocear los tomates ;)
El paso a paso de esta receta está explicado al final de la entrada en un vídeo (ya disponible también en el canal de YouTube del blog), yo os dejo la receta en sí en esta imagen que podéis descargar si queréis. Como veis, las cantidades no son muy exactas, sobre todo, porque a cada uno le gusta el gazpacho más fuerte o más suave, más ligero o menos, con más sabor a ajo o menos… Además, hay opciones que se pueden añadir si queréis, como por ejemplo, el pepino y el huevo cocido, que le dan más suavidad. En cualquier caso, son sabores que no se notan (al menos no en exceso). A mí este año me ha dado por echarle pepino y nadie ha notado su sabor, aunque yo noto el gazpacho más suave.
Pincha en la imagen para hacerla más grande e incluso descargarla.
CONTRAS:
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El gazpacho sabe mejor frío. Para enfriarlo, no uséis el truco de los cubitos de hielo porque os lo cargáis, lo que vais a conseguir cuando los cubitos se derritan es, efectivamente, enfriar el gazpacho, pero también aguarlo. Imaginaos que os pasáis cinco minutos corrigiendo la sal, el aceite y el vinagre; luego le añadís los cubitos de hielo y en un momento, sólo sabe a agua, todo descompensado. El verdadero truco sería usar agua ya fría. Si tenéis pensado hacer el gazpacho a la noche, por ejemplo, sed previsoras y meted dentro del frigorífico una botella de agua fría. Cuando vayáis a prepararlo, simplemente usad ese agua ya fría en vez de la del grifo.
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Ojo con el ajo. Yo la primera vez que lo hice, usé dos dientes de ajo y salió, para nuestro gusto, excesivamente picante. Es mejor usar uno y, según vuestro paladar, añadirle otro o parar ahí.
PROS:
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Con el truco de la lata de tomate, no hay excusa. Se hace muy rápido.
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Si hacéis como yo y lo batís todo en el mismo cuenco donde hayáis puesto a remojar el pan, apenas se ensucia y después sólo tendréis que fregar la batidora.
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El gazpacho es una inyección de vitaminas que pueden tomar los niños sin apenas enterarse ;)
Y vosotras, ¿hacéis el gazpacho o lo compráis? Y si lo hacéis, ¿qué le echáis que sea marca de la casa? :D