
Grandes finales del cine, que están en la mente de todos los aficionados y que valoramos como sublimes por su capacidad para emocionarnos, como los de “Las noches de Cabiria” (Fellini, 1957) o “Los 400 golpes” (Truffaut, 1959), podrían haber sido finales mucho más convencionales y placenteros de haberse interrumpido apenas unos pocos minutos antes y Antoine Doinel no hubiera congelado su mirada dando la espalda al muro infranqueable de un mar gris e inhóspito, ni Maria “Cabiria” nos hubiera mirado a los espectadores recordándonos que las películas se acaban, pero la vida sigue.