
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"En un momento dado, en el año 2001, me di cuenta de que quedaba cada vez menos gente que me pudiera hablar de lo que pasó allí. que cada vez era más difícil acceder a testimonios directos. pues mi madre (....) me informaba de la desaparición de cada vez más conocidos y familiares", afirma Herta Müller. Lo mismo ocurre en España. Cada vez es más difícil acceder a testimonios que nos ilustren, en bien de la memoria colectiva y de la justicia histórica, sobre la realidad diaria que, en aquellos lugares perdidos en el mapa, vivieron nuestros antecesores, buena parte de los miembros la generación de mis padres y las anteriores. Hoy, cuando en las mesas de novedades de las librerías crecen como setas las novelas históricas que huyen a remotísimos pasados, a escenarios de la Edad Media o del Renacimiento, cuando se intenta, en el otro extremo, construir una ficción basada en el fragmento que aporta la cultura más capilar que nos ofrecen la Red y las televisiones, ¿no parece imprescindible mirar hacia nuestro pasado inmediato, rescatar esa memoria que han velado, a partes iguales, el terror y la vergüenza, e indagar en esa micro historia de la infamia y de la humillación? Si cada día conocemos más de las fosas comunes, de los enterramientos clandestinos y de los fusilamientos sin juicio, no ocurre lo mismo con la realidad interior de esos campos, con su cotidianidad. Digo más: conocemos infinitamente más de esa vida en los campos del nazismo que de nuestros propios campos. ¿Por qué?
Con algunas de mis novelas he intentado realizar modestas aportaciones a esa restitución de la dignidad de los presos anónimos --sobre todo, con Trenes en la niebla-- que llenaron aquellos campos.de los que aún se mantienen en pie, como testigos mudos, barracones y muros y alambradas vencidas por el óxido. Sé que es insuficiente, que ese capítulo casi borrado de nuestra Historia tiene que ser reescrito. No queda casi nadie vivo de quienes vivieron, en España, tales experiencias. Pero sí viven familiares, cercanos o remotos, de los presos, descendientes que alguna vez fueron objeto de la confidencia o de la narración de lo vivido. Herta Müller muestra un camino. Cierto que no es fácil avanzar, en nuestro país, por él (ahí está el proceso a Garzón, o el permanente boicot de la derecha, confesa o simulada, a la Ley de la Memoria Histórica), pero es un objetivo necesario e irrenunciable.