El oro es oro, y la fuerza fuerza, por más derechos inviolables que en los más flamantes pactos federales se registren y consignen. Siempre tendremos, puesto que así lo reconoce y confiesa mi amigo particular el ciudadano Pi y Margall, el más autónomo de los autónomos, que las leyes de la guerra no son las leyes de la paz. Pero como esta picara vida es una batalla continua, y como este pícaro mundo es, ha sido y será una guerra continua, donde todos los elementos se combaten unos a otros, el fuego contra el agua, y el agua contra el fuego; de ahí resulta que somos unos botarates en querer legislar para un estado de paz que no es de hoc mundo, y que los cañones Krupp o la partida de la porra andarán siempre poniéndoles acotaciones y postillas a las grandes sinfonías de esas óperas políticas de enorme espectáculo que se ha dado en llamar Constituciones, sin duda por antífrasis, puesto que no hacen sino desconstituir y dar al traste con lo más sólidamente constituido.
El segundo de los pasajes del Quijote insertos en el núm. 207 es el único en que se cita este refrán, y lo cita Sancho, apoyándose en la autoridad de una agüela suya.
La Colección del Marqués de Santillana dice:
-De ome heredado non te verás vengado.Y la de Malara:
-De hombre heredado, nunca te verás vengado.Así en esta colección como en la de Núñez se lee también, "De hombre reglado", y la de Valles dice regalado en vez de reglado. La Academia adopta la lección de Cervantes.
El siguiente:
-Al hijo del rico no le toques al vestido.Demuestra lo poco sufridos que suelen ser los poderosos.
Y parece ideado a propósito contra la moderna aristocracia del papel moneda y de las colosales fortunas improvisadas aquel de:
-Contra peón hecho dama no para pieza en tabla.