La catástrofe del terremoto en Japón en días pasados y los acontecimientos en torno a los problemas surgidos con las centrales nucleares, han vuelto al primer plano la necesidad de planteamientos de políticas de desarrollo sostenibles en todos los ámbitos de la vida.
A algunos les ha pillado con el paso cambiado o con los discursos ya redactados. No deja de ser curioso uno de los discursos del líder de la derecha en el que proclama la necesidad de utilización, y recalca, de todas la energías, incluida la nuclear. No me extraña que su estrategia pase por hablar poco, cuando habla la caga.
Pero no es tanto de esto de lo que quería hablar, sino de lo que puede ser algo mucho mas próximo. Las elecciones municipales se aproximan y la todos los candidatos están preparando programas y propuestas. La sostenibilidad en la vida municipal es de vital importancia, ya que de ella depende el modelo de ciudad, el modelo de cultura que se propicia, el modelo de fiestas, el modelo en definitiva de convivencia.
Una vez más hay que optar. Una vez más hay que eligir entre varios modelos. Unos van por un modelo de desarrollo de ciudad destructivo de la misma ciudad, con una visión de resultados inmediatos, aunque signifiquen la muerte misma de la ciudad.
En Cádiz y en clave domestica podemos ver, por ejemplo, el modelo de fiesta que la Li-deresha ha impuesto a esta ciudad. Fiesta realizada desde arriba, que solo salva el buen hacer la de ciudadanía gaditana y la participación, la mayoría de las veces, de peñas y grupos carnavaleros de “calle”. Mientras el Ayuntamiento por acción u omisión favorece días como los sábados de carnaval en los que Cádiz se convierte en un gran botellón de dudosos resultados económicos y con un deterioro manifiesto de la ciudad y su convivencia. Podría seguir con ejemplos como “la barbacoa del trofeo de Carranza, los costosos festivales de música en verano en la playa y un largo etc...
Ante estas actuaciones psedoculturales, hacen falta alternativas, hay una manera diferente, sostenible de entender la fiesta y hay que plantearla de forma clara y nítida. Posiblemente es arriesgada, pero no por esto necesaria. Las campañas electorales deben ser el marco en el que se presentan alternativas, otras maneras de entender la ciudad. Lo de campañas mas o menos ingeniosas utilizando eslóganes con juegos de palabras, esta bien, pero con esto la ciudadanía gaditana no percibe como se solucionarían su problemas, sus realidades. No se ven otras maneras de hacer ciudad.