De justicia a canallada.

El jueves 12 el neofranquismo se llevó un gran disgusto todo y que era previsible desde meses antes: el Tribunal Superior Regional de Schleswig-Holstein  hizo público su fallo negando la extradición por los delitos de rebelión y sedición y aceptándolo solo sobre el de malversación con una condena máxima de 5 años.

Los partidos del 155 se llevaron una inmensa decepción y alguno de sus miembros empezaron a soltar barbaridades, como Santamaría y González Pons en el PP exigiéndole al presidente Sánchez que como represalia frente a tal insulto España debería salir del tratado de Shengen y el bocazas Girauta soltó uno de sus berridos calificando la decisión del tribunal alemán como canallada. González Pons además adornó su desatino añadiendo que si España saliese de Shengen solo estaría haciendo lo que ya han hecho muchos otros países, pero claro ya se sabe que para el PP una mentira más o menos no importa.

Por cierto, después que PP y Ciudadanos llevan muchos meses criticando al independentismo por querer volver a poner pasos fronterizos y exigiéndoles el estricto cumplimiento de la Ley, ahora resulta que quien quiere volver a poner los pasos fronterizos son ellos y precisamente por una inmensa rabieta contra una decisión judicial idéntica a las que se pasan el día exigiendo su cumplimiento. De chiste.

Lo que más me impresionó, como siempre que el franquismo reacciona de esta forma, es la absoluta seguridad y el convencimiento de que ellos tienen toda la razón sin discusión alguna, y que los que están tremendamente equivocados son los demás al no actuar como ellos creen que deberían hacerlo, aunque a quien se estén refiriendo sea al resto del mundo entero.

A partir del jueves, los que tienen que callar porque mienten no son los que afirman que en España hay presos políticos, sino los que mantienen que no los hay. Desde el jueves está claro que en España hay presos políticos, certificado por un tribunal alemán.