Cuando viajo por Europa siempre pienso en el crítico francés George Steiner, quien afirmó que los cafés son el rasgo definitorio del continente, comenta en La Vanguardia [Europa próxima, 07/10/2024] la economista Mar Jiménez. “La idea de Europa está compuesta de cafés. Se extienden desde el café favorito de Pessoa en Lisboa hasta los cafés de Odesa”, dijo en el 2004 en el Nexus Instituut. “Si trazamos el mapa de los cafés, tendremos uno de los indicadores esenciales de la idea de Europa. El café es un lugar para la cita y la conspiración, para el debate intelectual y para el cotilleo, para el flâneur y para el poeta”. Piensen en las calles de cualquier ciudad europea, sea París, Bolonia o Kassel. Imaginen las terrazas donde se juntan los que hacen negocios, los que quieren estar a solas para leer o escribir. Son imágenes que no verán en ciudades americanas o asiáticas. Estos cafés son Europa, como lo son sus ciudades. Porque es en las ciudades donde nace la identidad europea. Si bien el proyecto europeo se empezó desde arriba con la declaración de Schuman, ha sido desde la proximidad donde se ha consolidado.
El alcalde Pasqual Maragall, al que las ciudades tanto le deben por su alianza con Jacques Delors para impulsar el reconocimiento de la “Europa próxima”, hizo suya aquella cita del Coriolano de Shakespeare: “What’s the city but the people?”. “La ciudad es la gente”, repetía Maragall. Por lo que ante la pregunta: ¿Qué es Europa?, deberíamos responder que Europa son sus ciudades, sus cafés y sus gentes. Las grandes capitales con sus millones de habitantes, pero también los pequeños núcleos urbanos cuyos vecinos se sienten abandonados por sus gobiernos y Bruselas.
El mandato europeo que empieza debe servir para renovar el proyecto común ante las amenazas que se ciernen sobre el continente: las guerras, la extrema derecha, el alto coste de la vida. Los ciudadanos deben percibir de forma real cuán necesaria es Europa para hacer frente a sus necesidades más inmediatas. La primera de ellas, el acceso a la vivienda. Pero para conseguirlo, el nuevo Ejecutivo de Ursula von der Leyen deberá pivotar sobre las ciudades como nunca. Steiner decía que “mientras haya cafés, la ‘idea de Europa’ tendrá contenido”. Podemos afirmar que mientras el principio de subsidiariedad guíe las políticas de la Comisión, el proyecto europeo estará a salvo. Dicho de otro modo: Europa será próxima, o no será. Mar Jiménez es economista.