No quiero ser agorero, pero si el camino de la Selección española se viera truncado esta noche ante Honduras o el viernes contra Chile, tendríamos que deducir que el globo de ‘La Roja’ nos estalló con estruendo a todos en las narices como les pasa a los niños. Muchos han sido los que han llegado a calificar a esta pléyade de jugadores como la mejor camada de la historia del fútbol español. Yo albergo algunas dudas, motivadas en parte porque quizás aún sostengo principios de un cierto romanticismo en lo que al balompié se refiere, como en otras tantas cosas de la vida. A ello añadiré que el momento por el que atraviesan otras selecciones no es el óptimo, y me remito a los casos de Italia o al todavía más vergonzante de Francia, con lo que, en el Viejo Continente, casi nos dejan solos ante el peligro de las potencias que suponen Brasil o Argentina.
He hallado por casualidad esta foto de un partido internacional de finales de la década de los años cincuenta o principios de los sesenta del pasado siglo. Distingo en ella a Di Stéfano, a Kubala y a Gento. Tres leyendas, tres genios con el balón en los pies. Sin embargo, con ellos España no ganó título alguno, aunque cueste creerlo. Años después, en 1964, el combinado nacional alcanzaría el Europeo ante la URSS, único trofeo en sus famélicas vitrinas hasta que, hace dos, volviera a ganarlo. Todo hacía presagiar que, tras aquel sonado éxito de junio de 2008, llegaríamos en alfombra al Mundial y que, poco menos, nos lo llevaríamos de calle. La modesta Suiza nos hizo bajar de la nube, con lo justo. Y esta noche toca Honduras. Ya veremos lo que pasa. Aunque insistiré en que por albergar todas las esperanzas, que no quede.