Gracias al blog de Una mamá española en Alemania, me enteré de que había unas bicicletas sin pedales. Mi hijo hasta ese momento había tenido un moto, de las que tienen ahora todos los niños, en plástico, no muy alta y con ruedas muy anchas, sin pedales especialmente pensadas para que cojan velocidad con poco riesgo.
La moto se había quedado en el cuarto trastero a pasar el invierno. El frío, nieve, lluvia y demás inclemencias metereológicas que hemos sufrido no han permitido sacarla mucho. Así que cuando llegó la primavera, el calorcito y el tiempo de paseo, la desempolvamos, pero ¡¡oh sorpresa!! se había quedado pequeña no, ¡¡muy pequeña!!. Y aunque por el parque se veían niños con las rodillas literalmente pegando al suelo, no me pareció buena idea que el peque anduviera por ahí de esa guisa. Sobre todo no me pareció buena idea cuando al segundo día de carreras ilimitadas tenía una buena rozadura en el culete y en los muslos. El pobre andaba con la manita en el trasero diciendo: -"ay mamá cómo me duele el culete de la moto".
Y justo Mamá en Alemania publicó una estupenda entrada hablando de lo que en alemán se llama Laufrad. Empecé a buscar por varias webs y encontré algo similar en Imaginarium. También encontré en tiendas como Dideco, pero lo que me convenció de la bicicleta de Imaginarium es que después se pueden añadir los pedales. Así que dicho y hecho nos fuimos una tarde y ahí estaba, era perfecta.
Mi pobre niño estaba emocionado, nervioso, lloroso, no podía esperar a llegar a casa y montarla. Tardamos 5 minutos en bajar de nuevo a la calle para probarla. Al principio un poco dubitativo, no es igual mantener el equilibrio en las motos de rueda ancha, que en una bicicleta de rueda estrecha. Pero poco tardó en cogerle el truquillo.
Esta mañana me he quedado sorprendida viendo los avances que ha hecho esta semana. Se le baja su padre muchas tardes y los dos corren por el parque con la bici nueva. Y hoy, después de unos días sin verle montar, me he quedado atónita viendo cómo la maneja, como corre, como levanta los pies y guarda perfectamente el equilibrio, incluso se ha dado el lujo de bajar unas escaleritas del parque. Es todo un fitipaldi. No creo que tardemos mucho en añadirle los pedales, y tampoco creo que pase mucho tiempo para que papá y el peque se vayan juntos de paseo con sus respectivas bicis.
Mamá en Alemania, estoy en deuda contigo, gracias por este pequeño descubrimiento.
Una imagen vale más que mil palabras.