Aquí llegaba el momento de separarse, y ellas se llevarían el coche alquilado de vuelta a Kigali, desde donde regresarían a España. Nosotros, desde Kabale, tomaríamos un autobús hasta Kampala, capital de Uganda.
Kabale es la ciudad más polvorienta en la que he estado en mi vida, un far West africano y cruce de caminos de camiones que no sabes de donde vienen y nunca sabrás si llegarán a destino.
Llegamos a Kampala con el pelo completamente lleno de polvo, e hizo falta un buen rato bajo la ducha para que dejase de salir el agua negra. Espectaculares pistas de arena las de este país... tan verde y tan seco al mismo tiempo. En Kampala pasamos un par de días paseando, pudimos disfrutar de las bulliciosas calles del centro, donde se mezclan camiones cargando y descargando unas ingentes cantidades de productos que jamás imaginarías que podrían entrar en esos pequeños almacenes de las tiendas que se distribuyen a los lados de las calles. También subimos a lo alto del minarete de la mezquita construida con el financiamiento del gran líder Gadaffi, desde la que se puede tener una interesante panorámica de la ciudad.
Kabale, center town
Templo induista en Kampala
Mezquita de Gadaffi
La vista desde la ventana del hotel
Marabús por las calles de Kampala, como si fuesen palomas...