AHORA RESULTA QUE los pequeños empresarios quieren salir a la calle contra el pérfido Zapatero por pretender subir el IVA. Nada que objetar. Les asiste el mismo derecho que a los obispos, que también han estado especialmente activos contra el gobierno del PSOE.
"No nos gusta la calle" pero "si está en juego nuestro porvenir y el de nuestro hijos, habrá que salir", defiende el presidente de la Cámara de Comercio de Madrid, Salvador Santos Campano, que se ha convertido en el abanderado de la rebelión de Aguirre. Resulta llamativo, en cualquier caso, que don Salvador no se haya levantado con el mismo ímpetu contra la subida de la presión fiscal del alcalde Gallardón, ni tampoco contra la tasa de basuras municipal. Tampoco recuerdo que encabezara ninguna manifestación de comerciantes contra el Palacio de Cibeles para reclamar las pérdidas ocasionadas por las obras, por ejemplo, de la calle Serrano. Tengo curiosidad por saber qué lemas corearán los manifestantes. ¿Gritarán acaso "no nos mires, únete"?, ¿o tal vez optarán por el más socorrido "empresarios unidos jamás serán vencidos"?
Esperanza Aguirre se queja con frecuencia de que los sindicatos de clase no son más que una mera correa de transmisión del gobierno socialista. Puestos a admitirlo cabría también preguntarse qué otra cosa son sino los dirigentes empresariales madrileños que dicen amén a todo a todo lo que provenga de la presidenta regional. Una presidenta, por cierto, a la que no pasa un solo día sin que le bailen el agua.
Las pymes y autónomos tienen motivos sobrados para salir a la calle, aunque no sólo por el IVA. No hace falta que don Salvador, a punto de abandonar su cargo, les anime. Es muy posible que cuando la subida entre en vigor Santos Campano, que fue aupado al cargo por Aguirre, ya no esté en su puesto debido al proceso de elección interna que le obligará a ceder su sillón al actual presidente de CEIM, Arturo Fernández. Me llama la atención igualmente que el jefe de la patronal madrileña, tan próximo a Aguirre, no haya secundado la ocurrencia de Santos Campano. La idea del presidente de la Cámara de Comercio, que fue pastelero antes que dirigente empresarial, se parece lo que un buñuelo de viento a una propuesta reposada y sensata.