Es tiempo de rufianes. Surgieron de la justa indignación generada por el gobierno del PP. Decir que desarrollan una actividad política es abusar del lenguaje. Prefieren la pancarta frente al folio y la calle frente al despacho; acuden al Congreso para provocar y montar sus números circenses; se sienten cómodos en su cadena de televisión. Pueden insultar y agredir impunemente; dan conferencias en la Universidad sin temor a que alguien les reviente el acto. Algunos periodistas los consideran la verdadera oposición (¿cómo llegarán a esa conclusión?)
Vivimos un momento que empieza a ser preocupante, vergonzante e incómodo porque no hay que olvidar que a esta caterva infame la sostienen varios millones de votantes que están respaldando esas conductas.
No solucionan nada y envenenan el clima.