Y es que claro, llega este tiempo y a uno sólo le apetece estar en la calle y estar bebiendo cervezas y degustando garbanzos con bacalao, espinacas, pavías y/o boquerones en adobo... porque uno lo intenta, pero no es de piedra.
De lleno, ya, así como el que no quiere la cosa, metidos de pleno en Cuaresma, y por mucho que lo intentemos, hay cosas a las que uno no puede volverle la cara o intentar obviarla, porque es que no se puede, es superior.
No sé vosotros, pero yo procuro mantenerme alejado emocionalmente de todo lo que nos estamos perdiendo por culpa del Covid. Me refiero a que no lo pienso detenida y fríamente, porque si lo hiciera... bueno, ahí está el título de la entrada, me echaba a llorar.
Porque una cosa es perderse una "cena de empresa" en navidades y unas copichuelas (¿se sigue diciendo "copichuelas"? o un sabadete de estos de mediodía que acaban convirtiéndose en domingo de resaca con su caldito de puchero y hojita de hierbabuena, y otra muy distinta perderse una Cuaresma.Intentas abstraerte haciendo algo de deporte, enganchándote a más y más series, pero claro, te pega el sol en la cara, hueles a azahar, los incensarios empiezan a echar el humerío y la cabeza te da vueltas y más vueltas y lo único que tienes ganas de salir a la calle y disfrutar de la gente y de lo tuyo; de las visitas a las iglesias, de los cultos, de los montaditos de pringá... pero nada, que no va a poder ser, o al menos, no de la misma manera.
Porque claro, de ver procesiones en la calle, ni hablamos. Otro año que nos quedamos sin izquierdos por derecho, sin Llamador, sin cera por las calles y sin "mira, ya se ven los ciriales"... ¡Ay!
Por eso procuro pensar poco, porque si te pones a avanzar un poco en el tiempo, tampoco vamos a tener albero en los zapatos, farolillos de colores ni madrileños pronunciando las "jotas" correctamente.
Así que lo dicho, lo mejor es no pensarlo, cuidarse mucho, no aglomerarse e intentar entre todos que esto pase lo más pronto posible y volver otro año más a disfrutar lo nuestro como realmente hay que disfrutarlo, pero vamos, de lagrimón gordo.