El otro día llegó a mi casa un paquete muy especial. Venía dentro de un sobre blandito. Cuando me lo entregó la cartera a poco la beso. Es lo que tiene estar esperando esa entrega como agua de mayo. Al tacto ya me imaginaba lo que era… y resultó que no me equivocaba. Nada más abrirlo, me encuentro con otro paquetito tan bonito, tan naranja y tan bien envuelto que dudé si abrirlo o no. Me di cuenta de que además venía una tarjeta, preciosa también. Por un lado estaba el nombre de mi blog y, por el otro, la tarjeta tenía un dibujo: un bebé dentro de una nave. Ya no había lugar a dudas, si es que alguna vez las hubo, claro, jeje… El paquete venía directamente de parte del blog La nave del bebé, que seguro que os suena porque lo he mencionado aquí varias veces por distintos temas. Y si no os suena, es que no me leéis lo suficiente, jejeje…
El paquetito me lo enviaba mi querida V. Digo “querida” porque esa niña me ha robado el corazón y hay veces en que la veo casi hasta como futura nuera. Porque, vamos, con tres tiarrones en casa, tiene donde elegir… si quiere. Ahí lo dejo. ¡Ay va! ¿Yo he dicho eso? ♫♪ Tu-tu-rú-tu-rúuuuu.. ♫♪En fin, que me despisto… Dentro había un par de bolsitas de tela, hechas a mano con mucho cariño (me consta). Dos tamaños. Perfecto. A los pocos días ya las estaba probando. Lo primero que metí dentro de la grande fueron las botellas de agua de los mayores y el vaso del Peque. Aguantaban. Pero yo, trimadre, quise rizar más el rizo… metí dentro un par de mudas para el Peque, por si las moscas. Y seguían aguantando. No podía pedir más. La pequeña se queda reservada para cosas más pequeñas, como un cuaderno y algunos lápices de colores, que nunca vienen mal si voy a pasar un rato largo fuera de casa en algún sitio como una sala de espera, por decir uno.
Llegaba la prueba de fuego. Salir fuera de casa. La bolsa cargada aguantó estoicamente todo un día en Faunia, con sus idas y venidas y sus carreras para no perdernos ningún espectáculo. A los pocos días, volvía a darle una vuelta de tuerca más. Nos vamos al parque. Yo y mis Trastos. Y para rematar, meto en la bolsa grande la mini pelota del Peque. Y cabe. Y aguanta. No quepo en mí de gozo.
Resulta que la bolsa, a parte de preciosa, es resistente. Una trimadre como yo no puede pedir más. Así que si leyendo esto habéis sentido unas ganas imperiosas de tener vuestra propia bolsita, os recomiendo que os paséis por el Facebook de Annabel o contactéis con ella a través de Twitter (pinchad en los enlaces y os llevaré directamente). Pero, aviso: Annabel no sólo hace bolsas. Hace un montón de cosas más. Pasaos a echar un vistazo y seguro que también querréis tener a V como nuera .
CONTRAS:
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Es difícil elegir entre tanta cosa bonita que hace Annabel. Al menos, a mí me costó.
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Annabel te da a elegir entre varias telas y elegir entre todas las que tiene, tan bonitas, también me resultó difícil.
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El paquete tarda en llegar. En cuanto Annabel me dijo que ya lo había enviado, lo quería tener ya. Al momento siguiente en mis manos. Todo lo que superara ese momento, para mí, es mucho tiempo. Aunque sólo tardara un par de días. Yo quería mi paquete ya… ¿Dónde quedó mi paciencia de madre?
PROS:
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Como he dicho, Annabel me dio a elegir las telas. Vamos, que salvo coser y alguna cosilla más, la bolsa está hecha como si la hubiera hecho yo misma. Pero más bonita, que yo no sé coser con máquina, jeje…
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La bolsa es preciosa, pero resistente también. Yo metí botellas, ropa y la pelota; pero podéis meter pañales, toallitas, mudas, algún juguete…
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Es más bonita que las bolsas del carro. Y si usáis mochilas portabebés, se lleva perfectamente al hombro.
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A mis hijos les encantó. Se pusieron locos de contento cuando les dije que eran para ellos. Pero había que compartirla, eso sí.
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El Tripadre, que no andaba muy convencido de la utilidad de la bolsa, no tuvo más remedio que darme la razón al ver todo lo que podía transportar en ella. Se alegró de que cupiera todo en un solo sitio y no tener que llevar varias bolsas (de plástico y feas, todo sea dicho) para llevar lo mismo.
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A pesar de todo lo que metí dentro, aún sobraba sitio para más.
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Para mí, ya es un imprescindible que llevo siempre que salgo de casa con alguno de mis hijos o con los tres a la vez.
No me enrollo más. Sólo deciros de que, a pesar de que pueda parecer lo contrario, nadie me ha pagado por esta entrada. Bueno, en realidad aún no me ha pagado nadie por ninguna de las entradas que he escrito, jejeje. Os lo cuento porque quería compartir con vosotros el detalle que tuvo conmigo V y, por supuesto, su madre, Annabel.
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