“Bruselas no olvida”. Mientras preparaba el boletín Penínsulas de esta semana, escribe en La Vanguardia [No conviene jugar con Bruselas, 26/11/2024] su director adjunto, Enric Juliana, leí esta advertencia de Carlos Aragonés, diputado del Partido Popular y ex jefe de gabinete del presidente José María Aznar, entrevistado ayer por la publicación digital Agenda Pública. Una entrevista muy interesante. Aragonés se refería al reciente forcejeo sobre la validación de Teresa Ribera como vicepresidenta de la Comisión Europea. El Partido Popular le puso la proa, creyendo contar con el inquebrantable apoyo del Partido Popular Europeo, y en un momento dado se ha encontrado colgado de la brocha. En La Vanguardia hemos contado ese episodio con mucho detalle. Concluida la tormenta, ahora llega el capítulo final: mañana miércoles la nueva Comisión se votará en bloque en el plenario del Parlamento Europeo.
A nadie medianamente sensato le interesaba en Bruselas bloquear la nueva Comisión, en medio de una crisis descomunal de las relaciones internacionales (guerra de Ucrania y escalada en Oriente Medio) y en vísperas de unas elecciones muy importantes en Alemania. La CDU-CSU, la coalición conservadora que en febrero puede recuperar el poder en Alemania, comenzaba a estar inquieta ante una posible situación de marasmo en Bruselas. Todos lo sabían, menos Dolors Montserrat, la eurodiputada del PP encargada de las embestidas sin matices. Mañana, al Partido Popular español no le queda otra opción inteligente que recular o refugiarse en la abstención. Votar en contra significaría decir no a 14 comisarios europeos propuestos por el Partido Popular Europeo, sobre un total de 26, con carteras muy importantes. Parece evidente que a Alberto Núñez Feijóo no le conviene cultivar la enemistad del colegio de comisarios europeo si desea gobernar España dentro de dos años y medio.
“El movimiento ejecutado tenía riesgos. Bruselas no olvida, y alterar la estabilidad de la Comisión puede complicar futuras negociaciones. El PP, aunque numeroso, no tiene el peso de sus homólogos de Alemania o Francia, y un gesto como este puede interpretarse como debilidad estratégica más que como fuerza. En ese sentido, se ha creado un problema hoy. Pero Feijóo estaba muy seguro de que podría conseguirlo [el veto a Teresa Ribera], no era un mero gesto de protesta”, apunta el diputado Aragonés en la citada entrevista, en la que sostiene que Núñez Feijóo tiene posibilidades reales de gobernar España en un futuro.
El ruido que acompaña a la política española desde hace meses hace muy difícil poner el foco en algunos cambios relevantes que se están fraguando en la Comisión Europea y que pueden modificar los equilibrios y políticas construidas durante décadas. No conviene mucho jugar con Bruselas. A continuación veremos por qué, con la ayuda de Santiago Fernández Muñoz, profesor de Geografía Humana en la Universidad Carlos III de Madrid, gran conocedor de la gestión de los fondos europeos.
Hasta la entrada de los países del Este en la UE en la primera década de este siglo, España fue uno de los países más beneficiados por los Fondos Europeos. La impresionante modernización de las infraestructuras de transporte en las últimas décadas, por ejemplo, no hubiese sido posible sin la aportación de Europa. Los Fondos Europeos son la suma de decenas de instrumentos financieros, entre los que destacan los Fondos de Cohesión, a su vez integrados por el programa de desarrollo regional FEDER (repartido a las regiones menos desarrolladas), el Fondo Social Europeo, dirigido al fomento de la creación de empleo, la formación y la inclusión de los sectores más vulnerables, también aplicado regionalmente. Además, hasta 2006 España recibía el Fondo de Cohesión centrado en aquellos estados que no superan el 90% de la renta media comunitaria.
El reparto de los actuales Fondos de Cohesión se efectúa con otros criterios: se realiza en función del grado de desarrollo de los diferentes territorios de la Unión, y las comunidades autónomas tienen un papel clave en su asignación a proyectos concretos. Mapas, mapas, mapas. Para determinadas regiones meridionales (Andalucía, Castilla La Mancha y Extremadura) siguen siendo una relevante aportación que permite mantener inversiones y políticas sociales en las áreas de menor renta y mayores niveles de paro del país. ¿Cómo se concreta este mapa en la realidad? Andalucía recibe 5.536 millones de los fondos de Cohesión en el periodo 2021-27, Extremadura 1.344, mientras en el otro extremo al País Vasco se le asignan 245, a Catalunya 1.242 y a Madrid 892.
Hagamos memoria. El temible bache de la pandemia se salvó con un nuevo fondo, cuando alguna gente ya apostaba por la quiebra de las economías del sur de Europa. Nunca faltan los buitres en las situaciones dramáticas. Algunos esperaban la caída a plomo de las economías del sur europeo. Alemania temía una dramática ruptura del mercado único si Italia y España se desplomaban. El Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR) aprobado para acelerar la recuperación de la Covid 19 comenzó a cambiar la lógica del tradicional reparto de los fondos europeos. Se mantiene el criterio de la solidaridad, según el cual reciben más recursos los países cuya economía sufrió más. España e Italia tienen asignado el 42% de las subvenciones previstas para los 27 Estados miembros cuando apenas suponen el 23% de la población total de la UE. Sin embargo, el reparto no se hizo por regiones, sino que se asignó a los Estados y el Plan de Recuperación está distribuyendo los casi 80.000 millones de euros en subvenciones de acuerdo con prioridades políticas pactadas con la Comisión (energías renovables y transición verde, digitalización de la economía, reindustrialización, innovación, semiconductores…).
Una parte muy relevante de los nuevos fondos del MRR se han transferido a las comunidades, pero no en función de su nivel de riqueza, sino en atención a los diferentes criterios de reparto de las políticas sectoriales. Además, entorno al 50% de los fondos no se reparten por comunidades autónomas, sino que se canalizan a través de convocatorias de licitaciones abiertas de libre concurrencia convocadas por la Administración General del Estado. Lógicamente las regiones con tejidos económicos más potentes e innovadores tienen mayor capacidad de recibir fondos en estas convocatorias abiertas. El seguimiento que la Fundación COTEC para la innovación realiza de la ejecución de las subvenciones del Plan de Recuperación constata que cuatro de cada diez euros resueltos se destinan a I+D+I lo que supone un cambio radical respecto al destino tradicional de los fondos europeos, centrados hasta ahora en hormigón y asfalto, pero la otra cara de la moneda destaca su concentración territorial en las regiones con mayor renta y especialmente en la Comunidad de Madrid.
Y aquí llegamos al nudo de la cuestión. Las condiciones para recibir tanto dinero. El segundo gran cambio introducido por los Planes de Recuperación respecto a los tradicionales Fondos Europeos es que su recepción no está ligada únicamente a la ejecución de las inversiones, sino que está condicionada a la aprobación de un catálogo de reformas estructurales pactadas entre los Estados y la Comisión. En el caso del Plan español, la recepción de 80.000 millones en fondos no reembolsables se condicionó a que el Gobierno abordase problemas estructurales históricos eternamente demorados, como la temporalidad del mercado de trabajo, la debilidad del sistema de formación profesional, la sostenibilidad del sistema de pensiones o la denominada reforma fiscal.
Poca gente sabe que una de las condiciones que nos ha impuesto Bruselas es aumentar la recaudación fiscal. ¿Cómo será posible? No puede ser cierto. ¿No habíamos quedado en que vivíamos en un terrible ‘infierno fiscal’? Pues es verdad, la Comisión Europea nos exige más recaudación. El acuerdo adoptado en 2021 fue claro: se debían aprobar medidas para reducir la diferencia entre la ratio de ingresos en relación al PIB con la media de la Unión Europea. España tenía entonces una presión fiscal muy inferior no sólo que Alemania, Francia o Italia, sino incluso de la media comunitaria, lo que debilitaba su capacidad para aplicar políticas públicas y ponía en riesgo la reducción de su déficit público y la devolución de la deuda pública.
Esta semana pasada la mayoría parlamentaria cruzó un delicado alambre con la negociación de los impuestos extraordinarios. Casi estuvo en juego la legislatura. No estaba en riesgo que España recibiera 7.200 millones de euros del tercer desembolso del Plan de Recuperación, como se ha escrito repetidamente, pero si el Gobierno no sacaba adelante la votación del pasado jueves, crecía el peligro de que la Comisión aplicara su metodología para los pagos parciales, reduciendo en algunos cientos de millones el importe a percibir. Una vez aprobado el mantenimiento del impuesto al sector bancario y otras figuras menores, le toca al Gobierno defender ante la Comisión que ha cumplido el compromiso de la reforma fiscal, cosa que no será fácil, aunque dispone de un argumento de peso: la diferencia de presión fiscal entre España y la Unión se ha reducido significativamente en los últimos seis años.
Bienvenidos a la nueva Europa. La condicionalidad de los Fondos Europeos a la aprobación de reformas estructurales y la aplicación de los fondos por políticas y no por regiones parece que ha llegado para quedarse. En Europa existe una interesante costumbre antes de la puesta en marcha de cada nueva Comisión. El presidente o presidenta escribe a cada comisario una carta-mandato detallando las tareas que debe cumplir en sus cinco años en el cargo. Ursula Von der Leyen ha puesto como tareas prioritarias al nuevo comisario de Presupuestos, el polaco Piotr Serafín, concentrar los cientos de programas de gasto en cinco grandes fondos basados en políticas sectoriales y un nuevo Fondo Europeo de Competitividad que permita a la Comisión tener más capacidad de respuesta a las prioridades estratégicas de Europa para poder competir con China y Estados Unidos, en línea con los informes elaborados por Mario Draghi y Enrico Letta. Los fondos financiarán las políticas estratégicas y los proyectos apoyados serán los más relevantes para los retos de la Unión sin que su localización geográfica sea fundamental. España podría perder financiación si no trabaja bien.
Von der Leyen también le ha encargado al comisario polaco de Presupuestos que cada estado miembro elabore un plan país vinculando las reformas clave con inversiones dirigidas a los ámbitos en los que más se necesita la intervención de la UE. Todo ello acompañado de un mayor control por parte de la Presidencia. Casi nada.
No hay nada decidido aún. Esas innovaciones serán objeto de debate. Ello quiere decir que vienen meses y años clave para las “cosas de comer” en la Unión Europea. Tener buenos representantes y buena interlocución con la administración europea será primordial. No es momento de jugar con Bruselas y debilitar la posición del país. España se juega mucho. Y como dice Carlos Aragonés, Bruselas no olvida.