(Spoilers del séptimo capítulo de Downton Abbey)
Yo tengo un problema. Que no sé llorar. Vamos, sí sé, pero no sé hacerlo sin hacer pucheros y poner caras. A mí lo de llorar en plan fino, sin contracción de músculos, no. Yo a lo español.
O a lo Brad en Leyendas de Pasión, claro.
Total, el caso es que esta regla en mí inmutable, se rompe en determinados momentos en los que lloro sólo con lagrimones. Ahí, cayendo cual cataratas del Niágara, sin parar y sin poder hacer nada para evitarlo. Ránking de momentos llorosos-finos, que esto es a lo que venía:
1. ET.2. Cuando Matt Smith dejó de ser el Doctor. 3. #LodelaperradeDowntonAbbeydelúltimocapítulo
Sí, SPOILERS, ya os lo he dicho.
Si ya sabemos, señor Fellowes, que la perra sus años y su todo. Pero, ¿era necesario? Cierto es también que Downton se construye sobre la base de enseñarnos los pequeños detalles de la vida diaria de una familia bien (y un poco idealizada) como los Crawley. Pero, ¿era necesario? Necesario, digo, TRAUMATIZAR a millones de espectadores de todo el mundo.
Pues por lo visto, sí. Lo era.
Yo esto no se lo perdono.
No.
En fin, me centro. Que Edith hija, tanto huir para terminar volviendo, pues no. Que, vale, comprendemos que no vas a ningún lado soltera y madre en la vida, con esas cotillas londinenses locas por saber y con tu familia en un ay por tu honra. Pero, chica, no sé, regresar a la Abbey y montar ese cirio de que si vas a adoptar a la niña y tal, pues lo podríais haber hecho mucho antes, que ya lo dije yo la semana pasada. Niña abandonada y en la nursery del castillo lo mismo caben dos que caben tres. Que no era tan complicado.
No sé, que nos has decepcionado, que esperábamos un poco más de épica en el asunto. Meh.
Y luego está lo de tu hermana. Edith, darling, yo que soy fan de la chica desde los inicios, tras el capítulo de ayer te doy permiso para partirle la cara. Bofetada en plan dibujo animado, de esas en las que la cabeza da un giro de 360 grados. Que no se puede ser más desagradable ni tener menos empatía. A ver si ya Tom nos la pone mirando a Norfolk y se le pasan los borderíos.
Que esa es otra, que sospecho yo que ahí hay tomate. Tanta incertidumbre en ambos dos, tantos momentos pasados por esos campos del estate. Tomate, te lo digo yo. To-ma-te.
Luego para aligerar está el tema de la prima Rose y el wizard Atticus. Vale, no es wizard, es jew, pero el caso es que le están mirando como si fuera un sangre sucia en medio de una reunión en casa de los Black en plena época oscura. Menos mal que nuestra Cora es medio jew también y atempera el asunto, pero el resto no parecen muy por la labor. Sobre todo, esa es otra, los gilipollas de hijastros que se nos ha buscado cousin Isobel. Que la mujer se las prometía muy felices pero se ha encontrado con dos escobas-metidas-por-el-culo-educados-en-Eton que lo flipas. Y veo yo que nos quedamos sin bodorrio yayil. Verás.
Que, por otro lado, tampoco pasaría nada porque lady Violet se nos ha puesto muy tristona porque se queda sin amiga. Y lady Violet es SAGRADA.
Y, por lo demás, pues nada. Los de las cocinas con sus rollos habituales que no-le-in-te-re-san-a-na-die pero que tienen que meter para rellenar un poco. Y que Barrow no se muere, por cierto. Parece ser que ya se le pasó el forúnculo. Mecachis.
En fin, ya sólo nos esperar a ver qué pasa en el último capítulo de la temporada. Que se nos ha pasado en un suspiro, por cierto. No sé qué será de mi después...
Aaay.