Revista Maternidad
Hace unos días hablando con una entrañable amiga me comentaba que charlando con una de sus Crecientes al respecto de criar, ella (la creciente) le decía que sentía que las madres de hoy somos más empáticas, que contemplamos y respetamos más y mi amiga a su vez le reconocía que sin su labor al criarnos no habríamos llegado hasta acá.
De pronto me quedó claro como muchas mujeres se rebelaron a ser las madres que fueron, como de manera más explicita o más sutil sintieron en sus entrañas que se traicionaban a si mismas separándonos de ellas y nos llenaron con sus inquietudes y preguntas y plantaron en nosotras la semilla de la rebelión
Inevitablemente pienso en mi madre, la mujer que tomó algunas decisiones opuestas a las que hoy yo tomo pero que aún así inspiró mi camino. Mi madre por mandato social, porque era lo que los profesionales de turno decían que tenía que hacerse y por mala información, suspendió la lactancia a los 20 días y desde el mes ya estaba yo durmiendo sola en la cuna y antes del año ya estaba en un jardín...cómo puede generarse ese salto entre sus formas y las mías? cómo de eso, pasamos a una lactancia prolongada y a demanda de la que ya llevamos 3 años y 3 meses y del colecho de la misma duración y la intención de educar a Kyara en casa?
Alguna vez escuché que se aprende a ser madre con tu madre, pero entiendo que como todo, no es literal, aprendemos de lo que vivimos, pero también nos transmiten sus inquietudes y frustraciones, sus anhelos profundos. Yo reconozco en mi madre una mujer que acató ciertas normas de crianza pero cuyas entrañas se sintieron traicionadas y desde ese lugar realizó conmigo pequeños (inmensos) actos de rebeldía cotidianos. Aún la recuerdo mimándome la espalda, llenándome de besos, llevándome con ella a todas partes sin importar si se podía o no se podía; la recuerdo jugando conmigo en el piso, mirándome a los ojos, cantándome canciones; la recuerdo con cara de fiera capaz de comerse a cualquiera que osara dañarme; la veo defendiendo mi palabra por encima de cualquier otra, la escucho llamandome cachorrita y amparándome en su regazo; la veo preguntándome lo que quería hacer y respetando mi respuesta.
Yo, como madre, he encontrado en esta mujer, mi madre, el mejor apoyo para cada una de mis locas aventuras maternales, aún en la distancia física siento su presencia y su sonrisa a favor de nuestra díada. Mi madre no solo me transmitió lo que juntas vivimos, las decisiones que frente a mi crianza tomó, sino todas sus dolores y sin sabores, su curiosidad entrañable por buscar nuevas formas de vincularnos
Pequeños gestos pueden tener consecuencias insospechadas… cuando mi mamá estaba embarazada de mi hermano menor (14 años menos que yo) un día me preguntó que cosas cambiaría yo de la crianza que ellos me habían dado. Esa pegunta me ha acompañado por años, susurrándome al oído y constituye la salida que mi mamá abrió para que escapara de cualquier maltrato o abandono que pude haber sufrido y aunque la respuesta que le di en ese momento puedo verla ahora en retrospectiva un poco vaga con sus palabras abrió la puerta para que yo pudiera cuestionar de su mano (como lo necesita tod@ niñ@ pequeñ@) lo que de ellos había recibido, con su pregunta dio cuenta que otra manera es posible y que ella lo sabía o por lo menos lo intuía, me hizo ver y saber que en mis manos estaba la posibilidad de cuestionar y transformar y que contaba con su infinito apoyo en esa travesía, con esa pregunta rompió el hechizo a través del cual normalizamos el abuso que vivimos, con sus palabras me dio la llave para bucear en mi infancia sin miedo a dejar de ser amada por ello.
Su pregunta me acompaña todavía y es el legado que anhelo dejarle Kyara, porque creo que es así, con nuestras decisiones concientes y responsables y también con nuestras traiciones traídas a la luz y puestas para ser cuestionadas que podremos romper con esta cadena de abandono, desamparo y carencia.