Revista Opinión

De mala calidad

Publicado el 04 abril 2014 por Quino Mendoza @QuinoMendoz

De mala calidad
Estoy hasta el gorro de que los “dueños” de la sociedad me jodan los artículos. 
Ayer mismo estaba preparando un fantasioso relato en el que un politiquillo soltaba espuma por la boca contra aquellos que osaban enfrentarse a los respetables miembros del orden público cuando, en una de esas circunstancias que la vida te lanza para carcajearse de ti, el hombrecillo se ve envuelto en una disparatada escena que termina con él agrediendo a la policía. 
Sí, muy divertido…hasta que llegó Esperanza Aguirre con su conocida altivez y acabó transformando mi ingeniosa fantasía en un relato que roza el neorrealismo italiano.
¡Ya está bien hombre! Puedo entender que alguna vez la realidad acabe superando a la ficción, pero esto se ha convertido en un clarísimo ataque contra los constructores de historias no vividas. Es una ofensa hacia los creadores, hacia los artistas, un innegable intento de acabar con la creatividad de aquellos que buscan el consuelo de pensar que lo que está ocurriendo es malo pero que podría ser peor.
Ya me dirán ustedes cómo voy a ponerme a construir personajes esperpénticos en situaciones irracionales dentro de un mundo imaginario, cuando la realidad se empeña una y otra vez en parir Aguirres, Rajois, Roccos, Borbones, Bárcenas, tertulianos varios o alcaldesas de chichinabo. Así es imposible utilizar la comedia para denunciar nada.
Los cronistas de épocas pasadas los tuvieron mucho más fácil. Para ellos era más sencillo exagerar un episodio concreto o un personaje cualquiera y llevarlo al absurdo con dos brochazos. Hitler o Stalin, por poner dos ejemplos, eran unos malos como Dios manda. Auténticos profesionales en el dudoso arte de joder al personal. Pero esta generación nuestra… ¡es imposible!. 
Son tan ridículos y estúpidos (y estas características los convierten en altamente peligrosos) que uno acaba hasta cogiéndoles cierto cariño. No es la primera vez que oigo a alguien diciendo que, a pesar de saber que Esperanza Aguirre práctica políticas que directamente les perjudica, no pueden evitar que les caiga bien. ¡¡Pa Cagarse!!
Un estudio que leí hace un tiempo decía que el 98% de los niños tenían capacidades para convertirse en genios. Manda cojones que en España hayamos reunido al 2% restante para colocarlos en los puestos claves de nuestra sociedad.  Y si esto ocurre es porque de ese 98%, como mínimo el 80% no han utilizado sus recursos para convertirse en genios, de hecho se han quedado lejos, muy, muy lejos. Y han preferido pasar sus días amasando mocos y acudiendo cada cuatro años a las urnas para votar cosas, literalmente, increíbles.
Ya es hora de que alguien lo diga. Esta democracia es una mierda. El voto de Eduardo Inda no puede valer lo mismo que el de Chema Herzog, concejal de Errentería. Los dos son de derechas, pero uno de ellos utiliza sus neuronas y su corazón para vivir y convivir, mientras que el otro suficiente tiene con sobrevivir y no olvidarse de respirar. Creo que no es necesario aclarar a quien me refiero en cada una de las definiciones.
Y si encontramos coincidencia en la afirmación anterior sobre la Democracia tenemos dos opciones para cambiarla. Una, mediante un complejísimo sistema que evalúe justamente cuanto vale el voto de cada cual (y a ver quién es el guapo que decide eso), o Dos, hacemos mutar a los actores del sistema. Es decir, NOS reinventamos.
Una cosa hay que tener bien clara. El fango en el que nos movemos no ha caído del cielo. Basta de victimismos. Los españoles no han tenido la mala suerte de tener una clase dirigente paupérrima, no, la han creado, mejor dicho, la hemos creado. La basura que nos dirige es el resultado de todas nuestras basuras, de nuestros miedos, de nuestra inacción, de nuestras envidias, de nuestra falta de respeto (sobre todo a nosotros mismos), de nuestra holgazanería, de nuestra falta de escrúpulos… de nuestra falta de humanidad, en definitiva.
No suena bien, pero quizás es cierto: “Cada país tiene el gobierno que se merece”. Y esto es lo que en este momento nos merecemos. A mí no me gusta y quiero cambiarlo. Y ojalá muchos de ustedes compartan están opinión y comiencen, si no lo han hecho ya, a ponerse en marcha. Háganlo por ustedes, por sus hijos, por sus nietos y por aquellos contadores de historias fantasiosas que cada vez tienen menos material para trabajar.

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