De malvados y gilipollas
Juan Carlos Monedero
Rafael Bardají, neocon vinculado a la FAES de Aznar, publica un artículo en La Gaceta presentando a los musulmanes como potenciales terroristas (véase más abajo el artículo y las fotos que acompañan), justo en un momento en donde la crisis económica está agotando la legitimidad del sistema y parece previsible que ocurra aquí lo que está pasando en otros países europeos.
La estrategia de la derecha está clara: el neoliberalismo, en esta fase de crisis, necesita poner en marcha un ajuste duro que permita recuperar la tasa de ganancia. Eso genera malestar, pues la recuperación de la tasa de beneficio no puede hacerse ahora mismo sobre ningún otro lugar que no sea sobre las espaldas de trabajadores, pensionistas y usuarios de servicios sociales (es decir, casi todos). Como los neoliberales no van a disparar contra el sistema económico sobre el que se sostienen, tienen que cargar las baterías contra algún culpable con capacidad de hacerse cargo de tanto desorden. Y para eso, el PSOE, aunque eche una mano, no basta.
La única solución,como en otras crisis del capitalismo, es dar de comer alimento espiritual irracional, en este caso, odio a quien se responsabilice de la propia frustración y de la mala vida. Está bien odiar a ZP, pero no es suficiente, porque lo que ha hecho, ellos lo saben, se parece mucho a lo va a hacer quien le sustituya dentro de la misma lógica (como demostrará en breve CiU en Catalunya).
De manera que hace falta alguien con capacidad de encarnar un mal más metafísico que sirva para que los precarizados se sientan bien con lo único que les va a quedar (ser de aquí) y, además, coman esperanza con la catarsis del grupo que sigue a la inmolación del chivo expiatorio. Como los judíos son aliados y los gitanos de aquí están medio integrados, hay que buscar alternativas. Los moros son muy funcionales.
Además, enredados en el derby diario del siglo, las andanzas de la princesa del pueblo (portada del periódico global en el dominical, quizá por influencia de los nuevos dueños del grupo que son los de TeleCinco) o el mucho mal que nos han hecho los controladores, seguimos siendo tan obstusos como para creer que es más problemático que nos toquen la trascendencia a que nos toquen el bolsillo. Ya lo decía el católico Bergamín: “con vosotros los comunistas, hasta la muerte, pero ni un pasó más allá”.
Que te quiten la pensión, el sueldo, el piso, la sanidad pública, la educación son gilipolleces en comparación con que te quiten el jamón ibérico. Aunque no tengas dinero ni para hacerte un bocata.
La Gaceta lo tiene claro. La derecha es malvada, pero no gilipollas.
Los gilipollas, como parece ser el caso, los ponemos nosotros.
La Gaceta publica la siguiente noticia, firmada por Rafael Bardají, profesor de Relaciones Internacionales y uno de los referentes de la FAES de Aznar:
Un profesor de secundaria, denunciado por hablar de jamones ante un alumno musulmán
Los musulmanes en España comienzan la batalla contra una de las señas de identidad más arraigadas: el jamón
No ponen bombas, aunque ven con buenos ojos la violencia y el terrorismo yihadistas
Rafael L. Bardají, 20 de diciembre de 2010 a las 08:18/>Ante denuncias como ésta queda claro que el talante y la multiculturalidad son un fracaso frente a los radicales
Islamistas radicales.
/> Islamistas contra Occidente. 01Un profesor de la Línea de la Concepción ha sido denunciado ante la Policía por hablar del clima que favorece la curación del jamón ibérico en su clase. El denunciante, la familia de un alumno musulmán que pretende acogerse al artículo 525 del Código Penal, que establece multas contra quienes ofendan “los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa”. –Una familia musulmana denuncia a un docente por hablar de jamones en clase–
Hay una corriente, creciente, en el mundo musulmán y entre muchos de los inmigrantes musulmanes en España legales pueda nuestra forma de vida, nuestro ordenamiento jurídico y nuestras libertades. No ponen bombas, aunque ven con buenos ojos la violencia y el terrorismo yihadistas, pero no por ello su trabajo deja de ser de zapa y demolición.
Las comunidades musulmanas en España, por ejemplo, apoyaron entusiastas la ley del matrimonio entre
homosexuales. No porque creyesen en los derechos de esas parejas (a las que cuelgan o encarcelan en sus países), sino porque guardaban la esperanza de que después el Gobierno acabaría legalizando la poligamia (que reconoce de hecho en cuanto a implicaciones legales).
Ahora empieza la batalla contra una de las señas de identidad más arraigadas, conocidas y exportables de España: el jamón. Se le han construido museos llenos de turistas; se da entre el pan a nuestros hijos para que crezcan; se come en forma de tapas en la barra de los bares; está en toda mesa que se precie; se ha utilizado en el cine, desde lo erótico hasta lo criminal, y, justo ahora, es un preciado regalo por la Navidad. España cuenta con una honda cultura del cerdo, guste o no a los musulmanes.
Ante denuncias como ésta queda claro que el talante y la multiculturalidad son un fracaso frente a los radicales, que son muchos. Ante la debilidad de nuestros gobernantes, al pueblo español nos queda nuestra mejor arma contra ellos: el jamón ibérico. Si les ofende, que se vayan.
Originalmente publicado en La Gaceta.