Viento del este y niebla gris, anuncian que viene lo que ha de venir. No me imagino qué irá a suceder, más lo que ahora pase, ya pasó otra vez.
Todos recordamos a Dick van Dyke interpretando a Bert, un hombre orquesta que se gana la vida con sus canciones, sus bromas y sus rimas improvisadas. Los que forman un corro a su alrededor ríen divertidos mientras escuchan sus ocurrencias. Pero en un solo instante, en el momento en el que cambia el viento, el bueno de Bert mira al cielo y pronuncia, como en una ensoñación, esta famosa frase que abre la película Mary Poppins.El cielo, las palmeras y una veleta que gira acompañada por una versión melancólica de Chim Chim Cheree repite las mismas palabras en Al encuentro de Mr. Banks (Saving Mr. Banks).La primera es una de las más hermosas películas de Walt Disney, la segunda, una visión de las largas y difíciles negociaciones para lograr los derechos de Mary Poppins.¿Cuántas generaciones de niños hemos crecido conociendo a esta maravillosa niñera, a los señores Banks, al bueno de Bert? ¿Cuántos nos asombramos al ver llegar a Mary volando con su paraguas, cuántos nos reímos con los pingüinos camareros, cuántos deseamos estrechar la mano de un deshollinador para que nos trajera suerte, cuántos canturreamos aún hoy sus canciones? Para millones de niños y adultos Mary Poppins siempre será esa película donde Julie Andrews, tan bella y tan encantadora, transformaba la realidad en un juego, ganaba una carrera en un caballo de madera, nos daba la medicina con un poco de azúcar y nos invitaba a tomar el té en el techo.
Cartel de la película.
Pero no, Mary Poppins no era así y fue una auténtica desilusión descubrirlo. Por suerte, lo averigüé cuando hacía muchos años que había dejado de creer en las niñeras mágicas. Hasta ese momento pensaba que Mary era una invención de Disney, y tras ver Al encuentro de Mr. Banks me he dado cuenta de que no andaba del todo errada.P. L. Travers vio publicada su obra Mary Poppins en 1934. Al poco tiempo el libro ya se había convertido en un auténtico best seller. Bajo las iniciales se escondía Pamela Lyndon Travers para jugar con la ambigüedad y no presentarse claramente como una mujer, lo que pudiera haber restado credibilidad o éxito a su obra (recordemos la época en la que fue escrito). Me temo que la Mary Poppins de Travers no es tan simpática, tan comprensiva y tan agradable. Pero los niños del mundo se sumergían en la lectura de los sucesivos libros que narraban sus aventuras. Ocurrió que un buen día Diane, una de las más fervientes admiradoras de Mary Poppins, arrancó a su padre la promesa de que sacaría a la niñera mágica del papel para llevarla a la pantalla. El padre de Diane era Walt Disney. Entonces nadie sospechaba el tiempo que le llevaría lograr cumplir esa promesa. Año tras año, Disney le hacía una oferta a Travers por los derechos de la obra pero, invariablemente, se topaba con una férrea negativa.Portada del primero de los libros que narra las aventuras de Mary Poppins.
Casi 20 años después, cuando Mary Poppins ya no se vendía y la ruina amenazaba a la autora, la Srta. Travers aceptó viajar a América y escuchar las propuestas de Disney. Esta es la historia que narra Al encuentro de Mr. Banks. Y podría narrarla como un verdadero documental, porque una de las exigencias de la escritora fue que se grabaran todas las conversaciones (que se siguen conservando). Pero no es un documental, ni pretende serlo, ni encontraremos en ella nada que nos señale que Disney no era un hombre maravilloso (¿quién lo dudaría si le da vida Tom Hanks?) y que P. L. Travers (magistralmente interpretada por Emma Thompson) no pasaba de ser una obstinada y antipática escritora. Aunque la Srta. Travers sale peor parada que el rey de la animación, no se señala su lado más oscuro (al igual que se guarda el de Walt) sino que se centra en contarnos el porqué de su negativa.Travers llega como una inglesa estirada e impertinente. No consiente que se la llame Pam o Pamela solo Srta. Travers; no acepta llamar al Sr. Disney, Walt, como él mismo le pide. No soporta que su Mary Poppins se convierta solo en Mary. No le gusta el país, no le gustan sus habitantes, no le gusta el inglés que hablan. Desde el primer momento nos queda claro que no tiene intenciones de vender los derechos de su obra y solo se dedica a desmantelar las ideas de los creativos de Disney. No va a permitir que Mary Poppins se convierta en un dibujo animado, ni que cante y baile. No quiere azúcar ni finales felices. No quiere a Dick van Dyke en la película (¿había una elección más acertada?). Tenemos grabados sus numerosos “¡no, no, no!” y sus rechazos a todas las canciones de los hermanos Sherman.