De mayor quiero ser Midwife. Matrona en español o Midwife en países de habla inglesa. ¿Acaso no es lo mismo? Si… pero no.
Como en casi todo, la distinción está en los matices, en los detalles, enormes a veces, que marcan la diferencia. Diferencias entre el respeto social a su profesión, sus estándares de calidad, su independencia y las funciones que realizan ellas, las midwives, y las que podemos, o nos dejan hacer a nosotras, las matronas.
En el fondo creo que a todas y todos nos gustaría:
- Atender y orientar a las gestantes, una gestante concreta. Una embarazada que conoceríamos y seguiríamos desde el principio del embarazo hasta un mes o dos después del nacimiento.
- Cuidar en exclusiva a una mujer durante el parto. Una matrona, una mujer. El one to one tan utópico para nosotras. El one to one tan estudiado, tan recomendado, tan eficazmente demostrado, evidenciado.
- Elegir donde poder ejercer. Trabajar en casas de parto, hospital público, equipos domiciliarios, equipo local de la comunidad (domino), matronas independientes…
- Realizar el seguimiento de la lactancia y cuidados de una puérpera (en la cuarentena) y del recién nacido, en el domicilio de la mujer.
- Disponer de un equipo de matronas que coordinen y gestionen el trabajo de todas nosotras.
- Optar a diversos campos de especialización ( ecografías, screening, atención psicológica…) y jefaturas propias
- Contar con diferentes puestos de trabajo hospitalarios: urgencias-admisión, embarazo, parto, puérperas, neonatología (compartido con enfermeras) comunidad.
- Tener voz a la misma altura que resto del equipo multidisciplinar que atiende a la mujer.
- Contar con un colegio profesional propio. Un colegio fuerte, coherente, serio, que tome en consideración a esta bendita profesión
A todo esto hay que sumar las seis ridículas plazas que mi comunidad ( la más grande de España) ha convocado para el próximo año. Patético.
Insisto, si pudiera, de mayor quiero ser Midwife.