Revista Política
Después de un largo descanso en el blog me he animado por un acontecimiento que ha removido el pasado reciente de la política y la economía, aunque esta más presente que nunca. Obviamente hablo de la muerte de Margaret Thatcher, la primera (y única) mujer que ha llegado al número 10 de Downing Street. Su figura es excepcional porque su forma de entender la política hace que sea más que una mujer. Entierra el típico cliché feminista para centrar la atención en sus logros y sombras y eso la hace una figura excepcional.Churchill ganó una guerra pero no género un "ismo".¿Cómo una política pueblerina, de voz estridente y maneras poco refinadas llegó a cambiar no sólo su partido, sino el país entero y hasta el laborismo? Esa va a ser la pregunta que intentaré contestar haciendo un breve repaso de su vida en varios artículos. La Dama de Hierro accedió al liderazgo del Partido Conservador por casualidad. No ganó el congreso de 1975, simplemente accedió porque William Whitelaw le cedió el paso. Se trataba de una figura de segunda fila en el gabinete de Edward Heath cuyos únicos méritos eran ser mujer y haber quitado la leche de la merienda en los colegios públicos, lo que le valió el apodo de Milk Snatcher (Ladrona de leche). Provinciana hasta decir basta, pudo acceder a la educación gracias a las ganancias de su padre, un tendero de cierto éxito de Lincolnshire y, más tarde, al escaño en el parlamento gracias a la posición acomodada de su marido, Denis Thatcher. Estudió en Oxford Ciencias y Derecho pero nunca mostró un afán por la cultura o el arte.La educación recibida por su riguroso padre, un tendero de Grantham, le enseñó el valor del esfuerzo personal y del dinero. Algo tan básico fue la fuente de un pensamiento que no pocas veces fue tildado de revolucionario, unido a su vivencia de la Segunda Guerra Mundial pronosticaban su duro carácter. El rigor propio de la gestión de una tienda lo llevaría Whitehall. Siempre dominaba el tema del debate y esperaba lo mismo de sus ministros con sus departamentos. Si la casualidad fue el aliado de Margaret Thatcher para ascender a la jefatura del partido, la crisis económica lo fue para llevarla al número 10. Tras el auge económico de posguerra, el Reino se estancó a finales de los sesenta y tuvo que devaluar la libra. Los distintos gobiernos Tories y Laboristas no pudieron hacer nada para frenar el descontento y un estancamiento que demostraba que el progreso económico no podía darse por hecho. El semanario The Economist hablaba abiertamente de que UK era el enfermo de Europa, en un momento donde hasta los EEUU emitían su deuda en Marcos alemanes. Todo ello incitó al Reino a solicitar, por tercera vez, la adhesión a las Comunidades Europeas. Desaparecido De Gaulle el ingreso se hizo con relativa rapidez. Una entrada que ayer era puesta en duda por los Laboristas y apoyada por los Tories. Los templados gabinetes de Heath y de Callaghan no pudieron poner fin a la oleada de huelgas que estaban asfixiando la economía del Reino. Lo que afianzó más en Margaret la necesidad de llevar a cabo una política firme. ¿Cuáles eran las causas del estancamiento de UK? La izquierda culpaba a los costosos compromisos en defensa y al papel de la libra, mientras que la derecha criminalizaba la acción restrictiva que los sindicatos tenían en la economía. Alan Sked en su libro PostWar Britain culpa a la falta de dinamismo de la economía británica achacándoselo a ser la primera potencia industrial de la historia. Thatcher quería devolver el dinamismo a la economía británica quitando poder a los sindicatos y privatizando la economía.Thatcher ganó para los conservadores tres elecciones hasta que fue desalojada del número 10 con un golpe palaciego. Margaret obtuvo la victoria por una mezcla de méritos propios y porque en frente tuvo líderes laboristas de escaso nivel. La mediocridad laborista que, se radicalizó a la izquierda tras 1979, favoreció la escisión de una parte de sus diputados que crearon el Partido Socialdemócrata y favoreció la obtención de mayorías estables para los Tories. Motivos que nos inducen a buscar las causas de la caída de Thatcher en las filas de su propio partido más que en el azote de la oposición. El declive británico era un secreto a voces del que Margaret era consciente y, para paliarlo, tenía en mente a los miembros de una nueva derecha que basaba sus postulados en los premios nobel de economía Milton Friedman y Von Hayek. Según el primero la inflación, un problema en occidente, se solucionaba recortando el gasto para reducir la oferta monetaria y con ella la inflación. Un razonamiento muy del gusto del ama de casa que tenía dentro Margaret que pensaba que no se debe gastar más de lo que uno gana, más si el dinero que gasta el gobierno se trata del dinero de otros. Hayek completaba éstas ideas con su planteamiento de que el gobierno no debe redistribuir la riqueza, sino solo dictar unas normas sencillas para que el mercado la creara. Estos postulados rompían claramente con el consenso al que habían llegado ambos partidos tras la II Guerra Mundial. De hecho los valores que Thatcher llevaría al Partido Conservador y al número 10 no eran para nada del gusto de los Tories tradicionales. Thatcher y Friedman pensaban que los Tories, especialmente el gabinete de Heath, habían descuidado las enseñanzas de Adam Smith y habían caído en el corporativismo.Thatcher no era una conservadora al uso, había llegado a liderar un partido Conservador que no creía en ella, puesto que no provenía de las élites que identificaban el conservadurismo con los valores de comunidad y autoridad del Estado. Si el Estado no pusiera en orden las incontroladas fuerzas del mercado éste acabaría con la solidaridad y con ella la lealtad de los ciudadanos hacia el Estado se vería mermada. Los conservadores apelaban a la idea de nación que había puesto en valor Benjamín Disraelí. La nueva derecha se oponía a esta visión y pensaban que el camino estaba en la reducción del gasto, incluso en las épocas de un paro generalizado. El enconado debate en el seno del Partido conservador lo dividió en dos tendencias. Por un lado los viejos conservadores leales al Estado o wet y, por otro lado, los partidarios del recorte a ultranza o secos (dries). La confianza que tenía en sus colegas la convenció para no cambiar el Shadow Cabinet cuando se hizo con las riendas del opositor Partido Conservador. Motivo que explica la amplia presencia de wet en su primer gobierno. Hasta la remodelación de 1981 tuvo que lidiar con miembros reacios a su política tales como el director del Foreign Office, Lord Carrington. Los dries estaban capitaneados por los ministros de Industria, Keith Joseph, y por el Canciller del Exchequer, Sir Joffrey Howe. Las disputas entre ambos bandos se dirimían ene la Cámara Estrellada dirigida por el ministro del interior William Whitelaw. Las discursiones entre el Tesoro y los ministerios derrochones se hiceron más agrias entre 1979 y 1981, coincidiendo con el peor momento de crisis económica sufrida por el Reino. Pero en 1982 la recuperación dejó una Gran Bretaña con menos industrias pero más dinámicas, una baja inflación y una reducida deuda pública. La privatización de las viviendas sociales hizo que muchas familias de clase baja accedieran a la propiedad de su vivienda y le valió una segunda legislatura, unido al éxito internacional que supuso la victoria contra argentina tras la invasión de las Malvinas. El primer gobierno de Margaret Thatcher (1979-1983) le valió el apelativo de la Dama de Hierro. No solo por su temple frente al desafío argentino en ultramar, sino por las duras batallas parlamentarias que libró para sacar adelante sus polémicas políticas. El drástico recorte social y en los transportes serían sus medidas más impopulares. La privatización de las viviendas sociales su medida más popular.