Revista Diario
Pues en esa fase estamos, en la de la imaginación al poder. Y como no podía ser de otra manera los monstruos (imaginarios, claro está) han irrumpido en nuestra vida,.., y en nuestro hogar.
En la educación del peque nunca han habido amenazas como las que antaño estábamos acostumbrados a escuchar, quien no recuerda al coco, al ogro, incluso en las nanas más dulces estaban presentes, "duérmete niño, duérmete ya, o vendrá el coco y te comerá....". Sin palabras me quedo ante estas composiciones.
A mi hijo nunca se le ha asustado o amenazado, si ha salido en la televisión, ordenador o similar cualquier figura poco recomendable para su edad, nos hemos reído y así él no lo ha visto amenazante. Y así ha llegado a sus 4 años, limpio de miedos, limpio de temores. Pero aún así, los monstruos han llegado. Lo bueno es que no son monstruos que le amenacen o a los que él tema. Digamos, en lenguaje coloquial, que son unos monstruos cachondos. Monstruos que le cogen la pierna para no que no camine cuando llegamos a casa del parque, monstruos que le tiran al suelo cuando corre, monstruos que esconden su comida, monstruos que no le dejan bajar de la cama cuando mamá le despierta para ir al cole,...., me vais entendiendo, ¿no?.
Y mamá, con esa cantidad de recursos que a estas alturas dispone, se ha buscado un método infalible para espantarlos y que se vayan corriendo. ¡¡Un molinillo!!, de los de las ferias de toda la vida. Cuando el monstruo le impide caminar, o le impide bajar de la cama, allá va mamá cual superhéroe molinillo en mano y sopla y resopla fuerte, fuerte, para que el monstruo malón huya despavorido. Ni que decir tiene que el niño se parte de la risa, y asunto arreglado.
Así que esta faceta de los monstruos está resultando hasta divertida. Eso sí, dejamos claro siempre que los monstruos no existen, que son imaginarios. Él lo entiende bien, y capta la idea de la diversión y juego, no de temor.
Otro de los aspectos novedosos de esta faceta están siendo las mentirijillas. ¿Cómo aprenden a mentir?, ¡¡es increíble!!. Además son mentiras que dañan a otros, en este caso a mi. La hora del baño se ha convertido en un rebeldía, porque supone el fin de los juegos, y el inicio de la rutina de descanso. Cuando llega la hora, muchos días directamente se tira al suelo y: -"mamá, me has empujado y me has tirado". ¿¿Qué??. Imagináos mi sorpresa. O bien otro día con su merienda, tenía un bocadillo de jamón que se estaba comiendo algo enfurruñado mientras veía sus dibujos. Al poco viene donde yo estaba y me dice que se lo ha comido todo. Se lo había empezado a comer a regañadientes porque él no quería jamón, quería galletas de chocolate. Pero cuando voy al salón me encuentro a una gata relamiéndose con un buen trozo de bocata. ¡¡Se lo había dado a la gata!!.
Después, cuando hablo con él y le explico lo que son las mentiras, el daño que se hace con ellas, lo triste que nos ponemos, lo comprende, o al menos eso creo, y me dice que lo hace porque está enfadado. ¿Pero dónde ha aprendido eso, a mentir?. En casa no se miente, a él no se le engaña, no se le prometen cosas que no se le dan, etc. Creo que es innato al ser humano.
Sin duda estos dos aspectos que os cuento indican que mi hijo crece a velocidad de vértigo y de lleno entra en una fase de niño más mayor, con sus pros y sus contras.