Me crié escuchando canciones de Platón, Alejandro Sanz, Matrícula V …lo menos romántico que entonaba eran los NKOTB…¿hubiera sido diferente persona si mi infancia musical hubiera sido distinta?. Nick Hornby, escribía con su particular sentido del humor en “Alta fidelidad” que la gente se preocupa cuando los niños juegan con pistolas o los jovenes ven peliculas violentas pero que nadie lo hace cuando los adolescentes escuchan miles de veces canciones sobre corazones rotos,arrepentimiento, dolor o pérdida.
Tal vez si cuando viera llover en Sonderborg pasara por mi mente “singing in the rain” en lugar de que “..está lloviendo y todo sigue como siempre, solamente que no estás y el tiempo pasa lentamente…” mi carácter sería distinto, puede que fuera una persona más alegre o más viva si en lugar de ver la lluvia caer saliera a sentirla.
Tal vez se trate de eso, de sentir, de vivir más y evocar menos. De no recordar situaciones pasadas que no volverán, aferrándonos a lo que pudo ser y no fue ni tampoco a lo que será el día que tú estés a mi lado (por supuesto habiendo antes protagonizado una gran escena de amor, no puedes volver a mi sin más, eso no tendría cabida en mi banda sonora, sobre todo porque no puede volver quien nunca ha estado ¿también de eso son culpables mis primeros casettes?).
Cuando Hornby se pregunta qué vino primero, si la música o la pena, si escuchamos música porque nos sentimos tristes o si lo somos por cómo nos influyen las letras…qué contestarle, ¿fue antes el huevo o la gallina?…¿se puede etiquetar la música en función de su “utilidad”:para llorar, para animarse, para hacer deporte (¿ha influido en la victoria blaugrana el “are we human or are we dancer the The Killers?), ¿somos lo que escuchamos o escuchamos lo que somos?
(aunque es cierto que lo que se mueve dentro de mi en un concierto de A.Sanz no es comparable a lo que me hace sentir Gene Kelly,a cada cual lo suyo)