Ayer se abrió un debate en mi página de facebook relacionado con esta carta al director enviada por el padre de un hombre de 38 años fallecido tras una operación. Lo curioso del debate es que hubo quien lo calificó de negligencia, más que de una consecuencia debida a los recortes. Pues no me gusta el argumento, oigan. Si la respuesta de algunos es que la sanidad española siempre ha sido así (desalojar rápido al operado, escatimar en comida y transporte en ambulancia, solo ejemplos de lo que comenta el dolido padre de la víctima) pues mal íbamos y peor vamos. Aunque yo no comparto esa opinión, no podemos aceptar ni lo uno ni lo otro.
La sanidad española empezó a perder puestos en el año 2007. Pueden ver un informe completo aquí. Y al parecer los factores que hacen que un sistema sanitario funcione son que los usuarios participen en la toma de decisiones (¡JA!), que se incorporen paulatinamente las nuevas tecnologías, (e-medicina); y la transparencia de actividad y resultados (lo que se denomina competencia). Por último, otro de los factores que influyen a la hora de calificar la calidad de un sistema sanitario es la gestión de las listas de espera. Curiosamente, el hecho de tener que pasar por atención primaria antes de ir al especialista no ayuda a reducir esas listas (en otros países acceden directamente al especialista). Y, finalmente, “según el estudio EHCI los tiempos de espera parece que no son debidos a una carencia de recursos sino más bien a la gestión de administradores y profesionales“.
O sea, que la falta de transparencia y de participación de los españoles en su sistema sanitario, además de una gestión deficitaria, están detrás de los problemas. Menuda sorpresa… La pregunta fácil es, ¿qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿La privatización o la mala gestión? Yo lo tengo claro: es muy fácil desprestigiar el funcionamiento de un sistema/empresa pública para justificar su privatización (que, casualmente, cae en manos de “amiguetes” y no hace que, necesariamente, las cosas mejoren, la mayor parte de las veces todo lo contrario). De un tiempo a esta parte, para arreglarlo todo, primero lo estropeamos un poco, generamos amargas quejas de los usuarios, y, cual salvadores, lo privatizamos. Deberíamos poner el grito en el cielo. Teniendo como tenemos -¿o debo decir teníamos?- uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, no deberíamos tolerar este robo de derechos. Porque esto, señores, se llama robar. Y, a tenor de lo que está saliendo a la luz, a corto, medio y largo plazo, también se llama asesinar.
Les dejo unas sesudas lecturas:
Libro blanco sobre el Sistema Sanitario españolEstadísticas sanitarias mundiales