Decía Nietzsche que el progreso técnico y la moral han desembocado en orillas diferentes. Los valores de la Revolución Francesa, - igualdad, fraternidad y libertad - han fracasado. Y han fracaso, en palabras de Friedrich, porque cada día somos menos solidarios y más egoístas. La paz perpetua, pronosticada por Immanuel Kant, no se corresponde con los hechos presentes. La razón capitalista nos ha traído injusticia social, guerras y explotación internacional. El rico cada día se hace más rico. Y el pobre, cada día más pobre. De qué ha servido la industrialización, la toma de la Bastilla y la Declaración de los Derechos del Hombre, si cada día hay menos respeto a la dignidad del otro. El proyecto ilustrado ha fracasado. El siglo de las luces solo sirvió para poner en evidencia las debilidades de la razón. Una razón que ha derivado en monstruos políticos, protesta callejera y vacío existencial.
Ante este fracaso, Marx tenía la solución. Señores - como diría él - si la razón capitalista ha devenido en desigualdad y fragmentación social; sustituyamos ésta por otra. Sustituyamos el capitalismo por el comunismo y construyamos la sociedad del conocimiento. Una sociedad basada en el tanto eres, tanto vales. Y una sociedad, y disculpen por la redundancia, donde nadie pueda ser más que nadie. Esta razón - la razón comunista - fracasó. Fracasó por su pésima gestión. Y fracasó por la incompetencia de las élites para tomar las decisiones sobre qué, cómo y para quién producir. Nietzsche no creyó en el marxismo. Buscó refugio en el romanticismo. Una corriente que miraba atrás y defendía, en voz alta, aquello de "cualquier tiempo pasado fue mejor". El romanticismo exaltó el corazón frente a la razón, la creatividad frente a la lógica y la libertad individual frente la social. Esa mirada perdida en lo bucólico y en la angustia del ayer trajo consigo el pesimismo filosófico.
Frente a Schopenhauer, Friedrich afrontó la "voluntad de vivir" con coraje. Miró, cara a cara, a la vida y defendió la lucha contracorriente. Una valentía necesaria para salvar a Occidente de su esquizofrenia racional. Nietzsche luchó contra la razón capitalista con valores capitalistas. Y ese, queridísimos lectores, fue su gran error. Los rasgos del superhombre no han servido para desmantelar la correlación: "a mayor progreso técnico, más miseria moral". El nihilismo, resultado de la moral de esclavos, no ha salido de su abismo. Hoy, querido Friedrich, el superhombre ha fracasado. Su figura ha caído en el precipicio de la corrupción, la contaminación, el etnocentrismo y la tensión internacional. Ha llegado su fin y el nacimiento del minihombre. Un minihombre defensor de la transparencia, el paisajismo, la sostenibilidad, la flexibilidad, el relativismo cultural, la cooperación y la conciliación intergeneracional. Bienvenido.
Por Abel Ros, el 14 febrero 2020
https://elrincondelacritica.com/2020/02/14/de-nietzsche-marx-y-el-minihombre/