En los últimos tiempos ha aparecido un fenómeno conocido como el síndrome del superniño o niños de invernadero en el que los padres buscan que sus hijos sean perfectos, inteligentes y tengan éxito. Eso es deseable pero para conseguirlo creen la estimulación constante es esencial. La desgraciada consecuencia es que se le plantean unos niveles de exigencias muy altos. Se les lee y habla desde el embarazo, después de nacer se les inscribe en todo tipo de programas y actividades como natación o gimnasia para bebés, clases de música, inglés, francés, chino, alemán...
Estimular a los niños sin duda puede traer muchos beneficios, pero sin duda la infancia es una etapa muy corta y no se les debe sobrecargar, necesitan tener tiempo para disfrutar de su infancia.
Durante años, los científicos que estudian el cerebro, la genética y el desarrollo del niño han afirmado que los niños que viven en ambientes adversos no tienen el mismo riesgo de desarrollar problemas. La sensibilidad al estrés es una de las características del niño que le hace especialmente vulnerable. Las seis situaciones de estrés familiar que afectan a los niños sensibles y van mal en circunstancias difíciles son: problemas económicos, padres sobrecargados de trabajo, conflictos de pareja, hostilidad, enfados frecuentes y malhumor, así como la depresión materna.
Hoy les voy a comentar una teoría completamente desconocida para mí. Un nuevo paradigma psiquiátrico: las personas orquídeas y las personas dientes de león. La mayoría de las personas tenemos genes que nos hacen resistentes como el diente de león, una planta: capaz de echar raíces y sobrevivir en casi cualquier lugar. Otros, sin embargo, se parecen más a la orquídea: frágil y voluble, pero capaz de floración espectacular si se les da atención de efecto invernadero.
Esta doble salida es una nueva y provocadora teoría de la genética, que afirma que los genes que nos llevan a conductas problemáticas e indeseables llegando a ser autodestructivas y antisociales, también son la base, por la capacidad de adaptación extraordinaria del hombre, a conducirle al éxito. Con un mal ambiente y la crianza deficiente, los niños de orquídeas pueden terminar deprimidos, adictos a las drogas, o en la cárcel, pero con el ambiente adecuado y una buena crianza, que puede llegar a ser personas más creativas, exitosas y felices de la sociedad.
Es un rollo pero es interesante. Hay un gen, CHRM2, que modula la tranmisición cerebral de acetilcolina, el mensajero químico que aumenta la actividad de las células del cerebro. Otros investigadores han relacionado las alteraciones de CHRM2 a una propensión a desarrollar el alcoholismo, sin que haya factores del entorno que influyan en él. Por lo tanto, el gen CHRM2 tiene la característica de que está implicado en la sensibilidad biológica de una persona según el entorno donde vive.
Si Freud levantara la cabeza...La psiquiatría se está convirtiendo en pura genética y química.