Revista Cine
Ay, amigas y amigos, cómo nos gusta envejecer a los dos Burgos. Resulta que ahora, cuando todo se hunde, nos hemos sentido más vivos que nunca y nos ha dado por cantar canciones románticas como a músicos del Titanic. De modo que nos hemos dicho: pues, antes de que también nos la recorten, hagamos de la tarifa plana tabla rasa y volvamos a nuestros pagos (ya que no hay cobros), y, qué demonios, esta vez por todo lo alto. Esta vez dedicándonos sin reparos a todo lo que nos gusta. Y, queridos compas, ustedes que bien nos conocen, ya se lo están imaginando. Volvemos con más tebeos, más actrices, más actores y ahora encima cantantes con bigotes, con fulard, con balalaika, con gafas gordas, que cantan con los brazos abiertos de par en par como cristos corcovados. Al fin y al cabo, ¡qué sería del mundo si no se pudiera hacer en él lo que a uno le da la gana! Ya, ya (no, no llamamos a nuestra abuela), decíamos que ya, que hay mucho que objetar eso tan capriano de haz lo que quieras; pero, claro, nosotros, precisamente nosotros..., tan respetuosos con todo lo establecido y lo por establecer, ¿cómo íbamos a ponerle peros justamente a Frank Capra? ¡Estaría buena la cosa! En fin, que ya saben, que a partir de esta noche nos encontrarán de nuevo aquí, y que siempre tendrán en nostros a sus admiradores, sus amigos, sus esclavos, sus siervos.Y para inaugurar esta nueva tercera época, acordamos el otro día en las escaleras mecánicas del Metro de Universitat que la canción ideal sería Cara de gitana, de Daniel Magal. ¿Qué por qué? Pues eso nos gustaría saber también a nosotros, pues nos pusimos de acuerdo en un plisplás sin darnos más razones. Quizá porque la canción saltó a la fama en el legendario 1977, año en que murieron Howard Hawks, Joan Crawford, Bing Crosby, Elvis Presley, Charles Chaplin, Groucho Marx, Jacques Torneur, Roberto Rossellini María Callas, René Goscinny, Marc Bolan, Vladimir Nabokov, Anaïs Nin y Antonio Machín. Y así, tan cruel y desnudamente, aprendimos cómo de un plumazo la suerte es capaz de quitarnos todo lo que nos gusta. Cara de gitana era lo suficientemente melancólica y superficial como para reflejar nuestros corazones vaciados por los huracanes, nuestros corazones caprichosos siempre enamorados de un exotismo con rostro humano, siempre en brazos de una aventura doméstica donde las gitanas ni siquiera son gitanas, pues se quedan en tener "cara de", en parecerlo. Cuántas cosas nacieron en aquella España del 77 que se quedaron en sólo tener "cara de"!¡¡¡Buenas noches, queridos amigos!!!