Revista Opinión

De Orquídea a Violeta

Publicado el 14 agosto 2019 por Carlosgu82

De Orquídea a Violeta

(Cuentiario)

Camisa de gabardina, pantalón de lino, zapatos de cuero; acompaña esta vestimenta una tupida barba y cabello ondulado. D nombre extraño, tomando en cuenta que originalmente sería Temístocles, y que por problemas auditivos  de la registradora quedó para siempre escrito como Chemístocles Liendo, quién en la vida, como dirían los mayores, se desempeña como administrador de una importante empresa de distribución de alimentos en su Coro natal; ciudad que las perfidias de la vida colocaron en el mapa occidental como la primera ciudad fundada en el continente suramericano por parte de los colonizadores españoles.

Es Chemístocles un hombre respetado, asiduo visitante a la iglesia los domingos. Tiene como característica no hablar más de la cuenta y su determinación para el trabajo, lo cual complementa con una gran elocuencia al momento de opinar en charlas informales sobre cualquier tema, por lo que es un constante lector de periódicos, revistas y libros de variado contenido. Además, es padre de dos varones de 9 y 8 años, llamados Temístocles y Salomón, en matrimonio con Rosa Duarte, mujer dueña de gran simpatía y de rasgos mediterráneos, tal vez por el sincretismo civilizatorio del que fue presa Venezuela en su etapa de conquista.

A primera vista Chemi, como es llamado por sus amigos, es un hombre de carácter apacible; en su paso por la vida solo se le conoció una novia, su esposa; único cuerpo eróticamente tocado por sus manos; únicos labios mojados por los suyos. En materia de peleas su record permanece invicto, el diálogo es su y defensa. En alguna ocasión un camorrero de turno lo convidó a pelear,  lo que Chemístocles, inteligente y hábil de discurso le replicó: “tu procaz actitud pendenciera no provocará en mí mayor disgusto que caer en el juego malvado de tu reto, puesto que me declaro todo un pacifista”. De seguidas el sujeto, fornido y alto, confundido por la cantidad de palabras extrañas a su léxico, bajó la guardia para dar media  vuelta de regreso a su casa. Cuentan algunas personas que a buscar u diccionario que le mostrara l significado de las palabras pendenciero, procaz y  pacifista, pues desde esa noche no se le volvió a ver en semejante actitud.

Así transcurría su existencia; trabajador, padre amoroso y esposo atento, sin otro pensamiento que no fuese su familia; al menos en apariencia.

Llega el viernes de cada semana y desde el final dela jornada laboral da comienzo la transformación de Chemístocles para dar paso al bohemio y galanteador. Su horario nocturno daba lugar a la visita de un lugar pintoresco, donde abunda la bebida espirituosa y la sonrisa fácil de las féminas. El lugar tiene por nombre “La Orquídea”, en el cual era tan fácil conseguir el amor como tomarse unos tragos de cocuy o ron. La decoración simple, el aspecto sombrío y la música de boleros, rancheras y vallenatos son su ambiente preferido. Allí Chemi era el Dandy, el rey del lugar, el sol que irradia en la noche. Conoce muy bien tanto al cantinero como a la dueña, Imperio, de quién desconoce si es realmente su nombre o el de vieja combatiente del amor.

Chemístocles es el amigo de todas las amas de la Orquídea; conversa con todas cada viernes, a veces se daba tiempo de contarles algún chiste sacado de su ingenio solo visible para los  asiduos al recinto. De vez en cuando, ante la llegada de un nuevo rostro de Afrodita, se convierte en su guía, que atraído por la belleza de la dama pasaba a ser su interlocutor frecuente, lo cual le permitía echar vuelo a su imaginación para sentirse debajo de sus caderas o probando su piel de néctar, no obstante,  para Chemístocles, su compañera de turno era únicamente una musa inspiradora de deseos incumplidos.

Quien lo conocía del barrio o el trabajo, al ver su desenvolvimiento desprolijo en ese mundo nocturno, no podía dar cuenta de su preferencia por aquel lugar reservado para apaciguar las pasiones desenfrenadas.

Sin cambiar su habitual personalidad luego de la tertulia con las chicas se asentaba cual aposento en la mesa reservada para él en un rincón del bar con únicamente dos sillas, la suya y a de su acompañante mientras ella estuviera en su hora de descanso. Los temas de conversación eran variados, desde política hasta asuntos familiares, nunca sobre detalles ocurridos en los aposentos destinados para la lujuria.

Transcurrido años en su rutina de viernes sin que la lluvia o el sofocante calor lo detuviera, nunca imaginó que de un momento a otro, el lugar de sus sueños y emociones; de conversaciones íntimas y furtivas con mujeres alegres, será vendido para transformarlo en una venta de carnes. ¡Qué ironía, la carne! Su aposento nocturno ya no existía más. Sus noches de viernes las pasaría frente a un televisor tan frío como el hielo recordando canciones dedicadas a sus afroditas del amor. No volverá Chemístocles a la tertulia femenina de la Orquídea.

Pasado unos años, cierta noche calurosa de agosto, daba apertura un lugar nocturno reservado para hombres dispuestos a consumir su fuego. Lo bautizaron con el nombre de Violeta, homónimo a su dueña. En él, mujeres jóvenes se paseaban por el lugar; su modernismo era evidente, sin embargo, su objetivo el mismo que el antiguo Orquídea. Al fondo, vestido con camisa de gabardina, pantalón de lino y zapatos de cuero, con barba tupida y gris, estaba él, dispuesto a hacerse amo y señor de su nuevo aposento. Comienza una nueva vida para Chemístocles Liendo, el hombre que solo ha tocado la piel de una mujer y besado unos únicos labios.

Carlos Martínez Álvarez

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