Revista Libros

De otra manera. Jane Kenyon. Traduc. Hilario Barrero. Pretextos. 2007.

Publicado el 18 noviembre 2009 por Libelulalibros
De otra manera. Jane Kenyon. Traduc. Hilario Barrero. Pretextos. 2007.Kenyon vivía en una granja en New Hampshire acompañada de su esposo, también poeta, Do-nald Hall. Procuraba llevar una vida sencilla, sin sobresaltos, lo más tranquila posible. No obstante su actividad literaria era amplia: colaboró con las publicaciones New Yorker, y Paris Review, tradujo a Anna Ajmatova y publicó varios libros de poesía.
Aquella sencillez deliberada le permitió quizá elevar la capacidad para percibir y sentir aquello que el barullo y el ruido del mundo contemporáneo y la vida citadina nos impide: el sonido de la yegua que cocea, el batir de las alas del murciélago que se desprende en la oscuridad o la apremiante y natural necesidad del ratón que en invierno se escabulle hasta la alacena y construye su nido en medio de los manteles de encaje, para luego abandonarlo en verano dejando solo daños y pequeños excrementos negros: "mechones de fibra, excrementos como negras/ semillas de alcaravea, y las manchas de parto/ y sobre parto despiden el fuerte/ e inolvidable hedor de ratón/ que impregna las granjas viejas/ en los húmedos días de verano".
Es obvio que no se trata de una poesía intelectual y compleja, es en cambio transparente y directa, no pretende explicar y ni siquiera cuestionar algo, apenas pone en evidencia y si acaso, pero no siempre, se atreve a formular convicciones: "No es el Dios del espacio curvo,/ el seco Dios quien va a ayudarnos, sino el hijo/ cuya sangre salpica…".
Gestos solo probables en la intimidad, erotismo y amor, y el polvo que todo lo cubre lenta e inobjetablemente porque al fin al cabo "el universo es polvo". El universo de Kenyon bien podría haber pasado desapercibido y silencioso, pero no fue así, a veces ciertos prodigios del bosque logramos verlos aunque cantidades infinitas se oculten a nuestros ojos, y es un misterio tal revelación, como lo era para ella su poesía pues ¿quién susurra al oído las palabras?: "Estos versos están escritos/ por un animal, por un ángel/ un extraño sentado en mi silla;/ por alguien que ya sabe/ cómo vivir sin problemas/ entre libros, pucheros y sartenes" (pfa)

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