Desde el escaparate de la tienda de la esquina, que antes fue de paraguas, bolsos y mochilas y ahora se reconvirtió, se anuncia el producto: y venden pequeñas hondas para vencer las dificultades cotidianas, o diminutas adversidades para hacerse fuerte en veinticuatro horas; tal vez -no entré a preguntar- tienen escondido entre los cachivaches que adivino detrás del cristal aquello que terminará con mis huecos y vacíos, aunque será pequeño y pudiera ser que el dependiente no lo encuentre. Y desde el fondo, a lo lejos, un pequeño cante, una minúscula melodía a precio de ganga para acompañarse -el cliente que se aventure: yo, no- a patinar en línea...

