Stalin fotografiado por Nikolai Vlasik (Tomada de rarehistoricalphotos.com)
Ya decían los críticos franceses -¿acaso se iban a atrever a decir otra cosa?- que La fiesta de la insignificancia era un homenaje de Kundera a su propia obra y a sus lectores, que con un humor elegante volvía a enfrentarse a sus temas preferidos: el ingenio haciendo de llave para la cerradura de la reflexión.
En esta primera apresurada lectura me ha entusiasmado la anécdota de Stalin y las 24 perdices: Milan Kundera muestra sus agudas cejas y su inteligente mirada tras los hombros de Stalin en aquellas fotos donde los caídos en desgracia fueron desapareciendo.