El otro día, escribí: "Podemos, sueño y desencanto", un artículo que analizaba las luces y sombras de la organización morada. Acto seguido, muchos lectores cancelaron su suscripción al blog. No entendían, según me comentaba Alejandro, un periodista político afincado en Madrid, por qué - desde El Rincón - se "afeaba" a Pablo Iglesias. Como saben, este blog no recibe subvenciones de partidos, ni siquiera tiene una línea editorial definida. Estamos ante un medio de crítica plural, libre e independiente. Un "árbitro de las reglas de juego" que, aunque tenga sus inclinaciones, su crítica está por encima de la preferencia lectora. Y está por encima, queridísimos amigos y amigas, para minimizar el riesgo de caída en el servilismo periodístico. Estamos, en pleno siglo XXI, ante un modelo de prensa predecible y aburrido. Predecible porque el interés del capital prevalece sobre el interés general. Aburrido porque los empleados de los diarios escriben para el perfil de sus clientes.
Esta rebeldía contra los tentáculos del sistema supone un obstáculo para la consolidación del Rincón. Y lo supone, como les digo, porque son muy pocos lectores, quienes entienden el objetivo último del blog. Hace años, como saben, decidí apartarme de los medios. Fue una decisión difícil por el coste de invisibilidad que el asunto suponía. Me importaba un bledo, y así se lo dije a Peter, que la foto de mi cara firmara columnas semanales. La libertad de un hombre debería estar por encima del prestigio y la popularidad que otorgan los grandes medios. El miedo a perder cuota de mercado contribuye a que muchos articulistas, de izquierdas y derechas, pisen el freno cuando escriben para otros. Me contaba Alejandro que, en más de una y en más de dos ocasiones, ha reescrito sus artículos. Y los ha reescrito por el miedo a que una palabra mal dicha acabase con su puesto de trabajo. Es precisamente esta verdad - callada por algunos - la que hace que, entre todos, asesinemos el periodismo. Son, y perdonen por mi enfado, los intereses del mercado, quienes por su intransigencia impiden que los escribas salgan de sus celdas.
La defensa de una prensa libre roza la utopía. La "prensa libre" es una idea genial, de cara a la galería, pero casi imposible de puertas para adentro. Mientras el periodismo se realice con fines económicos. Mientras existan periódicos subvencionados por partidos y financiados por grandes corporaciones no habrá libertad. Y no la habrá, y lo digo como lo siento, porque el poder del dinero secuestra las intenciones. Son los intereses privados quienes mueven los hilos de muchas redacciones. Redacciones, como les digo, que - por cuestiones de supervivencia - no esputan en la olla que les suministra la comida. Y esta realidad, tan real como la vida la misma, es la que le resta calidad a la libertad de información y expresión. Por ello, solo blogs como El Rincón, blogs desiertos de dinero, pueden otorgar su granito de crítica libre al sistema. Aún así queda mucho por hacer. A pesar de las cuatro décadas que llevamos de democracia, no estamos lo suficientemente maduros para la lectura de textos contrarios a nuestras ideas. Esta falta de autocrítica, tolerancia y permisividad lectora explica, en buena parte, por qué somos presa fácil para las garras del populismo.