El racismo siempre ha existido de una u otra forma y, salvando las distancias, es una tónica en la naturaleza; la pertenencia a una tribu o manada da seguridad a muchos animales, que ven a sus congéneres de otra manada como enemigos. Algo así nos pasa a los humanos, nos guste o no. La Historia está llena de ejemplos, y los del siglo XX son realmente espeluznantes.
Desgraciadamente, en los últimos días, han aparecido diversas noticias que nos han hecho recordar que, a pesar de vivir en una sociedad de las denominadas “del primer mundo”, el racismo, la xenofobia y el chauvinismo están a la orden del día.
El primer ejemplo lo podemos ver en los campos de fútbol, un desaprensivo le tira un plátano a un jugador brasileño de un equipo muy conocido, y éste, ni corto ni perezoso, lo agarra y se lo come. El hecho da la vuelta al mundo, genera un alud de “selfies” y produce como consecuencia una alerta sobre lo que nos está pasando como colectividad.
La primera consecuencia fue quizá la más inmediata, la expulsión de por vida del desaprensivo del campo de fútbol. No obstante, la consecuencia más clara ha sido lo que metafóricamente se llama “abrir la caja de Pandora” y que nos empecemos a plantear que algo raro sucede. La alarma social hace que el Gobierno mueva ficha y empiecen a aparecer noticias de detenciones derivadas de tweets amenazantes a ciertos políticos. Aparece otra noticia en otro campo de fútbol donde se expulsa a otra persona de por vida por provocar a un jugador, haciéndole el mono y, poco después, aparece otra respecto tweets antisemitas y sus consecuencias policiales. El antisemitismo es, como mínimo, curioso en un país prácticamente sin judíos desde el siglo XV, ¿de dónde sale? Pues precisamente, de la intoxicación informativa interesada que sufrimos constantemente, de algunas de las películas que hemos visto, de malentendidos no aclarados e infinitud de otras causas.
Y es que, la información interesada y tergiversada trae como consecuencia los malentendidos y el chauvinismo. Todos leemos a veces tweets ofensivos a ciertos colectivos (y muchos catalanes sabemos a qué me refiero), y que estos hechos hayan saltado a la palestra, aunque sea como consecuencia de un hecho deportivo, es de por sí positivo siempre, claro está, que no empiece una “caza de brujas” y se nos recorte el derecho a la libertad de expresión o que, aprovechando la coyuntura, se persigan opiniones que no interesen a algunos. Esperemos que no.
En este mundo global, todos debemos enseñar y aprender de todos, cuanto más mejor. De hecho, en mi opinión, nada mejor que la cultura y el conocimiento mutuo para acabar con el racismo. Así sea.