La mañana siguiente amaneció oscura y levemente lluviosa, orbayando como dicen en Asturias, pero este tiempo es estupendo para caminar. Después de desayunar y con las claridades de la mañana, no muchas pues aunque no había niebla estaba bastante nublado, comencé a caminar. Tras el Hotel Canero comienza un camino forestal que sube en fuerte pendiente hacia la carretera pero que te evita un largo rodeo, tan solo apto para caminantes. Y nos vamos arriba.
Finalmente, cuando se ha terminado la larga cuesta por el monte y se alcanza la carretera, podemos ver a nuestros pies la Playa de Cueva, donde la tarde anterior había estado remojando mis doloridos pies. El paraguas es un gran amigo del peregrino por el Camino del Norte, no solo te protege de la lluvia también permite hacer fotos con cierta seguridad.
Yo tan solo llevaba una cámara de bolsillo, una Samsung WB200F. A mi, personalmente, me parece suficiente; admiro a la gente capaz de cargar con kilos de material fotográfico para hacer el Camino de Santiago o actividad similar.
Caminando por la carretera nacional y otras carreteras abandonadas se llega hasta el lugar de Caroyas. Es un tramo bonito aunque se pise asfalto.
Unos kilómetros más adelante llegamos a un lugar llamado La Rampla; aquí hay que estar atento a las señales para abandonar definitivamente la carretera nacional antigua.
Un poco más adelante un mojón peregrino nos indica que abandonemos la carretera comarcal y marchemos por una pista forestal. Pronto tendremos a la vista Barcia y sus barrios.
Las flechas amarillas te llevan directamente hacia la Iglesia de San Sebastián de Barcia, se pasa por la izquierda y se continua caminando de barrio en barrio. Pronto llegaremos a Barcellina.
Y cuando te quieres dar cuenta tienes a tus pies el puerto de Luarca.
Paré un buen rato en el puerto de Luarca a tomar acuarius, la bebida de moda y que tan bien me sienta, y continué camino subiendo hasta el cementerio y ermita de San Roque, desde el cual se divisa muy bien todo Luarca. Y volvemos a las flechas amarillas.
Un poco más adelante pasamos a lado de la iglesia de Santiagu, los restos primitivos datan del siglo X, una donación del rey Fruela II para que se levantara un templo en este lugar de paso de los peregrinos a Compostela.
Al llegar a Villuir cruzamos la carretera nacional. Seguiremos camino por carreteras comarcales y pistas forestales.
Pasamos por el lugar de Aquelcabu y tendremos a la vista Otur, la torre de su curiosa iglesia nos guiará un buen rato.
Iba caminando en compañía de un peregrino alemán y al llegar a la altura de la ermita de la Virgen de los Remedios no me resultó difícil convencerle de que nos desviáramos a tomar algo en el Hotel Restaurante Río Mayor, allí cercano. Un buen bocadillo de jamón y una sidra a esas horas del medio día sientan estupendamente.
Desde el Hotel Río Mayor se sale por una carretera local y se sube al lugar de Hervedosas para cruzar la Autovía del Cantábrico. Atrás dejamos la costa que hemos recorrido desde Salinas hasta aquí.
Una vez pasada la collada comenzamos a bajar por una amplia pista forestal, ya tenemos a la vista Villapedre y Puerto de Vega, el objetivo que tenía para la jornada. Tiene tan buena vista esta collada que me parece que se ve a lo lejos incluso Burela, en La Marina Lucense.
La pista desciende hasta la carretera nacional y una peligrosa curva muy cerrada pero en cuanto la pasas te sales de la carretera a la altura de Casa Carmina, parada muy agradecida de todos los peregrinos a tomar un trago de agua y refrescarse un poco.
Se suben unas buenas cuestas y después se comienza a bajar a Bao.
Y al fin: Villapedre. Aquí paré a tomar una sidra y abandoné las flechas amarillas. Hasta otro día; me voy a pernoctar a Puerto de Vega. Es apenas un par de kilómetros más y merece la pena el desvío, os lo aseguro.
Al llegar a Puerto de Vega me fui directo a buscar alojamiento, concretamente en el estupendo Hotel Pleamar, un lugar con mucho encanto y un trato exquisito.
http://www.hotelpleamar.com/
Apenas paré en el hotel un rato para deshacer la mochila, darme una ducha y una breve cabezada. Enseguida estaba bajando al puerto para ver el final de etapa de la Vuelta Ciclista a España. Cayó un buen chaparrón a media tarde pero cuando paró pude darme una vuelta hasta el muelle; quería ver con mis propios ojos los destrozos causados por los temporales del invierno pasado.
Algo impresionante, olas de más de 20 metros superaron el muro de Puerto de Vega y destrozaron el aparcamiento de coches. Aún no les ha dado tiempo a repararlo, y pronto vendrán otros temporales. Pero nadie parece darle importancia, y yo soy de tierra adentro, si las olas no suben el Puerto Pajares yo dormiré tranquilo. ¿Qué eso del Cambio Climático? Serán babayadas.
Como dio la casualidad de que estaba cerrado el Museo Etnográfico Juan Pérez Villamil me tuve que conformar con cazar la ballena con mi imaginación y la de los amigos internautas que seguían mis pasos por facebook.
Estuve cenando en el Mesón El Centro, en la plaza Cupido, extraordinario.
Una tarde estupenda y plácida en Puerto de Vega, pero después del chaparrón de media tarde comenzó a refrescar y se levantó un viento molesto. Yo andaba en mangas de camisa y en cuanto terminé de cenar me volví a toda prisa hacia el Hotel. Hice bien apenas unos minutos después de llegar ya estaba volviendo a llover.
Mañana será otro día y otra etapa maravillosa por el Camino del Norte de Santiago.Daniel Paniagua Díez