De Poio a Soutomaior

Siguiendo viaje por tierras gallegas, hoy hemos visitado el monasterio de San Juan de Poio, bonita vista sobre la ría de Pontevedra, en cuya parte posterior se puede admirar uno de los hórreos más grandes de Galicia. Poio es una ciudad dormitorio de Pontevedra, separado de la capital por el río Lérez, y creciendo vertiginosamente por esta circunstancia.

Cuando viajas a un lugar con la previsión hecha y tienes hora concertada para ver algo más en otro pueblo, te pierdes muchas cosas. Por ejemplo, La Casa Museo de Cristóbal Colón, donde habitó la familia del navegante durante la Edad Media; la isla de Tambo, entre Marín y Combarro, donde se suscita la leyenda de la Fundación del Monasterio de San Xoán de Poio, que estamos visitando, o la ruta de Muíños de Samieira por el río Freiría, donde encontraremos 23 molinos casi todos reconstruidos.

Pero vas anotando en ese cuaderno de viajes por si hay suerte y surge otra ocasión para volver más adelante. A veinte kilómetros de Vigo se localiza el castillo de Soutomaior, un edificio medieval del siglo XII, donde se menciona ya en su nombre uno de los linajes más significativos de esta tierra. En el siglo XIX el castillo pasa a manos del Marqués de la Vega de Armijo, que lo transforma en una residencia de verano. Lo hereda su sobrina, la marquesa de Ayerbe, también conocida como la marquesa Roja, una de las precursoras del movimiento feminista en España, pero lo perderán en 1917. En 1982 la Diputación de Pontevedra adquiere la propiedad y procede a restaurarla. Curiosamente, el 15 de mayo de 1987 asisten unos 700 invitados a la ceremonia de inauguración, entre ellos, el presidente de la Xunta, Fernández Albor y Mariano Rajoy Brey que ejercía como vicepresidente. El pueblo no fue invitado, aunque muchos consiguieron romper el cordón de vigilancia. No olvidemos que el mérito del lugar corresponde a la Casa de Soutomaior, con Pedro Madruga como gran referente.

Juantxu me espera fuera. Atrás queda la fortaleza, un hermoso paraje con todo lo elemental que ofrecen sus bosques y sus ríos, dicen los últimos cronistas, que se trata de un lugar para vivir plácidamente de las comodidades que la naturaleza puede ofrecer en abundancia.

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