Esta nueva entrega de mi Diccionario maternal de hoy viene de la mano de nuestra amiga la letra L, de lavadora. Y no me refiero hoy al electrodoméstico en sí, sino al hecho de poner lavadoras. Porque, siendo sincera, yo no puse una lavadora hasta irme de casa de mis padres.
Luego, con la convivencia con el futuro Tripadre, alguna pusimos y nos fuimos familiarizando con el aparato en cuestión. Pero en cuanto nació el Mayor aquel gesto de poner la lavadora fue repitiéndose cada vez más hasta que, a día de hoy, en esta casa se pone la lavadora día sí, día no. Aunque la semana en que se pone varios días seguidos tampoco nos es desconocida.
Los peores días son los del fin de semana, por aquello de lavar la ropa del cole y la del Tripadre. Y eso que ya he puesto otra con dicha ropa pocos días antes. A todo esto, hay que cruzar los dedos para que los Trastos no vengan con alguna súper mancha del cole, lo que implica un lavado exprés con el jabón de la abuela. O que no haya habido escapes indeseados por la noche, que todavía no me explico cómo puede salir un pañal medio seco y el pijama y ropa de cama empapados. Y hablando de escapes indeseados, mejor no os cuento lo que supone una caca radioactiva del Peque con escape por el lateral.
Pensaréis que después de tanta lavadora el fin de semana, empiezo el lunes sin poner ninguna. Pues no, que el lunes hay que lavar la ropa de esos dos días en casa. Os aseguro que no entiendo cómo pueden mancharse tanto en sólo un par de días.
Creo que sólo me he alegrado de poner la lavadora cuando estaba preparando la ropa de mis bebés. Me parece que se me escapó alguna lagrimilla (o un montón de ellas) cuando puse aquella lavadora con sus bodys y pijamitas. No me imaginaba yo que mi bebé venía tan grandote que la mitad de aquellas ropitas de primera puesta ni siquiera las llegó a estrenar. Sus hermanos siguieron el mismo camino. Recuerdo haber mirado toda aquella mini ropa y pensar que era mentira que un bebé pudiera entrar ahí, que eso era para una muñeca algo grandecita. Bueno, ahora que lo pienso, muy desencaminada no iba…
CONTRAS:
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Si poner la lavadora ya es tedioso, separar la ropa es algo que no soporto. ¿Qué pasa con las camisetas que son blancas y azules, por ejemplo? Vale, me diréis que va con la ropa de color. De acuerdo, pero me da por pensar… ¿el blanco seguirá ahí cuando la saque de la lavadora?
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Otra duda existencial que me asalta es ¿por qué siempre se pierde la pareja del calcetín que más les gusta? A los que le tienen más rabia siempre aparecen intactos.
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Creo que las lavadoras traen demasiados programas. Os aseguro que yo me pierdo con tanta opción. Además, yo soy de las que se lee el manual e intenta descifrar qué programa elegir con cada tipo de ropa. De verdad que lo intento, pero, al final, siempre acabo poniendo el mismo, el que mejor me funciona.
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También creo que las lavadoras tienen demasiados botones y, junto con el hecho de que hay algunas que vienen con lucecitas y sonidos, es una pelea constante para hacerle entender al Peque que aquello no es un juguete gigante.
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Muy en consonancia con el contra anterior va el hecho de que a todos los niños les encanta meter cosas en la lavadora, como nos ven a nosotras, o sacar la ropa si ya está llena. No es la primera vez que me encuentro toda la ropa esparcida por el suelo de la cocina y al Peque con una camiseta en la mano tirándola al suelo. Y dentro de lo malo, sacar es menos malo porque cuando les da por meter… que la pareja del calcetín favorito no aparecerá, pero el coche de la semana sí. El otro día batimos récord en casa cuando, entre la ropa mojada, saqué de dentro de la lavadora una vieja cámara de fotos que aún
funcionafuncionaba y la tenía guardada como oro en paño para dársela a mis hijos cuando fueran un poco más mayores e hicieran sus primeros pinitos en el mundo fotográfico. -
Poner la lavadora implica otras muchas cosas, como tender la ropa, recogerla después, doblarla, plancharla y, finalmente, colocarla en su sitio. La lavadora es sólo la punta del iceberg.
PROS:
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Poner lavadoras y andar todos los días con ropa por aquí y ropa por allá me ayuda a saber de qué prendas dispone cada uno en esta casa.
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Agacharse para meter la ropa en la lavadora, sacar la ropa mojada y cargar con ella hasta el tendedero es un ejercicio físico. La próxima vez que alguien me pregunte si hago ejercicio, ¿puedo contestarle que sí, que hago lavadoring? ¿Valdría?
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El olor de la ropa recién lavada me encanta.
Bien, me han salido poquitos pros, pero qué queréis que os diga. Tengo lavadora porque es indispensable, pero lo nuestro es una relación de amor-odio. La maternidad implica muchas cosas y una que seguro que no os dijeron es la cantidad de lavadoras que ibais a tener que poner.
“La maternidad de la A a la Z” es un carnaval de blogs iniciado por Trimadre a los Treinta que consiste en que cada madre participante describa un sentimiento al que ha descubierto un nuevo sentido con la maternidad, o una faceta de su personalidad que desconocía antes de ser madre. El objetivo es crear en red, colaborando unas con otras, un “Diccionario de madres” con el que reírnos, emocionarnos y conocernos un poco más.
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