Ayer, tomé café en El Capri. Necesitaba, la verdad sea dicha, una bocanada de aire fresco ante los avatares de la vida. Allí, en la barra, estaba Gregorio. Gregorio, por si no lo saben, es un viejo conocido de mi pueblo. A sus ochenta y ocho años sabe de qué habla, cuando habla de la vida. "Cuando tenía tu edad - me decía - fui testigo de la mayor crisis que sufrió este país. Viví la España del Caudillo. Una Hispania en blanco y negro, de rombos, tricornios y grapas en la boca. Durante esa época aprendí que somos esclavos de nuestras palabras. Entonces no existía el botón del arrepentimiento - en referencia al último invento de wasap - ni la presunción de inocencia. Una palabra mal dicha, en el lugar equivocado, suponía veinte años de castigo en celdas tercermundistas". Preso en Foncalent, todavía recuerda el grito amargo de quienes morían a latigazos en el patio de la cárcel.
Socialista de pedigrí, Gregorio tiene muy claro que votará a Pedro Sánchez. Lo tiene muy claro, me decía, porque "más vale pájaro en mano que cientos volando". De los tres candidatos, el voto útil es el "no es no". Lo es porque supone una apuesta segura para esquivar a la derecha. Aunque sea socialista de corazón, Gregorio hace autocrítica cuando habla de los suyos. Critica hasta decir basta "la derechización de Zapatero" y siente repulsa por la figura de Felipe. La siente, queridísimos lectores, porque "ciertos jarrones chinos" deberían mantenerse al margen de los enredos actuales. No olvidemos que González sigue siendo un Dios en los paraísos de Ferraz. Un "ser" omnipresente que convence, aunque su discurso sea una foto obsoleta de la España postfranquista. Así las cosas, gracias al aval de Felipe y Zapatero; la "rubia de Andalucía" juega con ventaja, por mucho que sus rivales viajen por España para captar "compradores"
A pesar de tales mimbres, el pluralismo moderado, que actualmente configura el hemiciclo, juega en contra de los candidatos que defienden el "sí es sí" y "lo mejor para España". Juega en contra, como les digo, porque el votante racional no cuenta con la información perfecta para actuar en consecuencia. En la época de los rodillos, mayorías absolutas, bipartidismos y gobiernos hegemónicos; el "votante de cabeza" analizaba con acierto los costes y beneficios de su acción electoral. Sabía, con alta probabilidad, qué efectos políticos tenía su papeleta para el bienestar de su vida. Lo sabía, porque antes de tomar la decisión, ponía en una balanza los aciertos y errores del gobierno saliente. Ahora, queridísimos lectores, las tornas han cambiado. El juego de las alianzas, pactos antinatura y lucha por los sillones; hace que el votante racional se encuentre bloqueado. Bloqueado porque no sabe a ciencia cierta cuál será el sino de su papeleta. Bloqueado porque teme a la frustración que supondría una decisión equivocada.
Siguiendo con el razonamiento de arriba, de cara a las próximas elecciones, es muy probable que el PSOE se convierta en un cadáver político. Es muy probable que ello suceda, si el ganador del próximo Congreso es Patxi López o Susana Díaz, líderes, como saben, desideologizados y defensores, por tanto, de posibles pactos con la derecha. Si ello sucediera - si ganaran ellos -, el votante racional, ante la incertidumbre de su decisión, elegiría un partido que representara, y no traicionara, sus principios ideológicos. El éxodo, por tanto, de votantes socialistas hacia las orillas de Podemos y el aumento de la abstención estarían garantizados. Tanto es así que el "sorpasso" de antaño sería una realidad posible en el escenario a medio plazo. Si ganara Pedro Sánchez, algo poco probable por cuestiones de aparato, el PSOE recuperaría las alas de la reconquista. No olvidemos que en democracia existe, desde hace siglos, el "botón del arrepentimiento". El mismo que quiere insertar "wasap" para los indecisos del "wasapeo".