Revista Política

De puros y elefantes

Publicado el 21 abril 2012 por Alejandropumarino

De puros y elefantes

A mi personalmente, eso de que el rey se vaya de caza mayor, si es con cargo al presupuesto de la Casa Real, no es algo que me agrade especialmente, sobre todo si tenemos en cuenta que, de alguna manera, el viaje lo sufrago yo con mis impuestos, y usted, estimado lector, con los suyos, y así sucesivamente. Diferente sería el caso si D. Juan Carlos se gasta su dinero en darse el capricho de abatir animalitos de cinco toneladas, mientras disfruta de su tiempo libre de compromisos oficiales, aunque temo que este extremo no lo conoceremos nunca los ciudadanos de a pie.

Me sorprende, bueno, en realidad no me sorprende nada, pero no deja de resultar curioso, el modo en el que el progresismo militante criticó el comportamiento del monarca por dedicarse a la caza mayor en el Africa negra. Hasta donde conozco, el rey no incurrió en ilegalidad alguna y lo único censurable sería, desde mi punto de vista, que gastase el dinero de nuestros impuestos en caprichos caros.

En línea con lo publicado esta semana, fue el alevín de González, nuestro leonés errante, quien consiguió por fin, que los fumadores no pudiesen disfrutar de un cigarrillo con el café si se encuentran en un establecimiento público, se conoce que es más saludable el vicio al aire libre, y en la fotografía que ilustra la imagen tenemos a D. Felipe González disfrutando de un estupendo habano y recibiendo un agradable masaje en la cubierta de un lujoso yate. Se decía, en este Gijón del alma, que fumar mata de frío, por las pulmonías que uno coge mientras apura el cigarrillo entre la lluvia y el nordeste, que a veces sopla helado de narices, claro que eso no le preocupa a D. Felipe, el del cigarro, porque disfruta del vicio a una temperatura más cálida que la habitual en estos pagos norteños.

Tengo a seguridad de que el Sr. González no dilapida, al menos oficialmente, el dinero de nuestros impuestos, sino que disfruta de ciertos lujos con relación a sus bienes personales y a la generosidad absolutamente desinteresada de sus amigos, de modo que, hasta ese punto, todo es correcto. Diferente resulta la imagen que nos da en lo tocante a la austeridad o al consumo de tabaco. Después de haber dejado a nuestro país en una situación deficitaria que exigió enormes sacrificios a al administración siguiente y al pueblo español, no está bien que disfrute públicamente de lujos al alcance solo de los elegidos. Y tampoco queda muy allá que se abrace con quien persigue el tabaco para después, fumarse públicamente unos saludables habanos en un clima privilegiado.

No es ilegal, pero no queda bien. Como lo del rey. Como decíamos antes. Y usted y yo, a trabajar para llegar a fin de mes, mientras vemos los imposibles lujos de quienes son, o han sido nuestros servidores públicos. A servir, me parece que me voy a apuntar yo, de modo que si mañana no publico nada, es que decidí dedicarme a tal suerte de servidumbre.


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