El Suspiro involuntario o aliento vital
Cualquiera podría describir lo que es un suspiro, una respiración profunda y no intencionada con una connotación física o emocional.
Pero qué hay detrás de él. Hay suspiros voluntarios y suspiros involuntarios, y por lo que parece, tienen bastante que ver con las emociones, la respiración y el buen funcionamiento de los pulmones. Suspiramos mucho más de lo que somos conscientes, unas 12 veces por hora. Los suspiros, por lo tanto, se disparan inconscientemente. Pero el mecanismo de este reflejo en nuestro organismo obedece a una secuencia que pocos imaginábamos.
Según la Universidad de Stanford, nuestro cerebro selecciona qué tipo de respiración necesitamos en cada momento. Las encargadas de esta extraña tarea son dos tipos de neuronas muy concretas alojadas en el tallo cerebral, que controlan el buen funcionamiento de la respiración, el sueño y de regular el ritmo cardíaco. A este grupo de células, los científicos le han atribuido el nombre de «botones de suspiros».
Cuando nuestros alveolos se colapsan, la capacidad de nuestros pulmones para intercambiar oxígeno por dióxido de carbono se ve seriamente comprometida. Es entonces cuando entran en acción los «botones de suspiros», dando la orden de suspirar para poder abrir esos alveolos, permitiendo así que entre el doble de volumen convencional de aire de una respiración normal. En este proceso se liberan neuropéptidos, las moléculas de la emoción que afectan a todo el organismo.
Este mecanismo de supervivencia que llevamos a cabo, sin ni siquiera darnos cuenta, se transmite con un leve sonido en forma de inhalación y exhalación consecutivas que también surgen como reacción a una necesidad. Reúne en su expresión sensaciones muy dispares y hasta contradictorias que podemos definir de muchas maneras:
Operación de carga y descarga de oxígeno que dura apenas un instante.
Botón de liberación y reinicio activado por un pensamiento, estado o ruido mental.
Liberación del placer y del dolor en una reacción física incontrolada.
Desahogo ante la frustración y expresión de sosiego, amor, gozo o risa.
Intranquilidad, impaciencia, hartazgo o aburrimiento, preocupación, pesadumbre, exasperación y hasta llanto. Pero también tranquilidad, descanso, liberación y triunfo.
Como ven, es increíble la cantidad de emociones que un suspiro delata.
Dentro de la expresión poética y defendiéndose en otro contexto, podemos analizarlo como una expresión que nos habla tanto de amor como de desamor. De vida y de muerte:
El aire que nos sobra por la persona que nos falta.
El alma que se escapa por la boca.
Un beso reprimido que se expresa y no se da.
El aire despidiéndose de unos labios.
El principio y el final de una pasión.
El idioma de dos enamorados.
Aliento, ausencia, desvelo, añoranza, pasión y deseo.
No sólo se transforma en un acto de liberación de las emociones, sino que en el plano físico también ayuda a neutralizarlas. Metafóricamente, si la vida misma es una emoción y hasta un suspiro, podemos afirmar que el final de la vida también lo es, puesto que también él se reduce al mismo aliento vital que un día nos abandona.