Imagínate. A tenor de las recientes declaraciones de Peter Seewald, negro del papa en su reciente libro, Ratzinger se refería expresamente al uso del preservativo con prostitutos, o sea, chaperos, o sea, señores que se dedican al sexo pre o pos pago.
Ahora ya lo tengo todo más claro. El Santo Padre estaba preocupado, sobre todo, por la salud de sus curas y obispos, que sí que entienden de prostitución (masculina, especialmente), pues en muchos casos son clientes y usuarios. De hecho, en Roma existen burdeles sólo para alto clero.
En España, algún obispo había –hoy, dimisionario- entregado a las dulzuras del lecho mercenario, cuyo mancebo hablaba muy bien de él, por lo bien que era tratado por su eminencia. En cuanto a los curas, joden más que comen, de todos es sabido. En la España de siempre, había barraganas (las queridas de los frailes) y tridentinas (las de los curas). Pero que no quepa duda: hay, igualmente, barraganes y tridentinos.
Bien está que, culminando los actos de la jornada mundial contra el SIDA, los reverendos presbíteros se calcen el preservativo para proceder. Y también los señores obispos, no vaya a ser que.
Todo se habrá normalizado el día en que Martínez Camino (Monse, para los amigos) pregunte desde la mesa de presidencia de la Conferencia Episcopal: ¿De quién es este condón?
¡Larga vida!
Filed under: ratzinger, religión, sexo, SIDA Tagged: chapero, condón, Conferencia Episcopal Española, papa, Peter Seewald, SIDA