Es cierto que cada uno se puede vestir como le salga de los dídimos o adminículos, que la libertad, en este nuestro país, llega bastante más lejos. Siempre tuve especial pavor a las personas que utilizaban su propia imagen como seña de identidad, y la fotografía que ilustra la entrada, se corresponde con la designación de Alfredo, como le gusta ser llamado, en calidad de candidato y siendo el único que llevó corbata. Cosas del protocolo. se conoce que el cántabro se decantó por un tipo de imagen en su primera aparición como aspirante a presidente del gobierno, aunque se hubiese estropeado el aire acondicionado e hiciese un calor de mil demonios, no pasa nada. Después tenemos ocasión de admirar al cuarteto en el que Jaúregui, en vez de hacer de mensajero de ETA, se deja retratar junto a tres bellezas rubias: Pajín, Jiménez y Chacón. Escuché en una ocasión comentar a mi peluquera, que a partir de cierta edad, todas las mujeres son rubias, o sea. Y si tenemos en cuenta que una mayoría de la población española es morena, por esas cosas de la raza, no deja uno de sorprenderse viendo la imagen de nuestras ministras de cuota, que podrían perfectamente, pasar por británicas o teutonas, tanto da. No sé si representarán en el estado más puro, la idiosincrasia de nuestro milenario país, el caso es que nuestras tres políticas lucen rubias, muy rubias, con un color que a uno, no se le antoja natural. El posible teñido del Sr. Helmut Kohl, hizo correr ríos de tinta, tal vez porque era un hombre, y eso va en contra de la igualdad de géneros, aunque la Sra. Aído no esté en la foto. Nuestras ministras lucirían mejor en un pase de modelos de Cibeles que en una convocatoria socialista para analizar la crisis nacional y de la propia formación política, aunque en lo primero, ya tienen experiencia, cuando se retrataron sobre un montón de prendas de piel para defender la paridad. Solo que, de aquella, había más cabelleras morenas.